Fiesta - Ernest Hemingway


 

Fiesta Ernest Hemingway
Fiesta | 
Ernest Hemingway

Sinopsis

Esta hermosa y punzante historia narra la excursión a Pamplona de un grupo de americanos e ingleses exiliados en París en los años veinte, donde se reencuentran la seductora Bett Ashley y el desventurado Jakes Barnes, que durante la Primera Guerra Mundial vivieron un amor genuino e irrealizable. El ambiente del París rive gauche y las descripciones de las corridas de toros en España, brutalmente realistas, son la metáfora de una era de bancarrota moral, amores imposibles e ilusiones perdidas.

Crítica 

Llegué a Fiesta a través de la edición de colección de Premios Nobel de Literatura de Debolsillo (Penguin Random House). Su introducción —donde se menciona la estrecha relación entre Ernest Hemingway y F. Scott Fitzgerald, autor de El Gran Gatsby y uno de mis libros predilectos— me preparó para una lectura prometedora. Sin embargo, este primer acercamiento a Hemingway terminó siendo más complejo y distante de lo esperado.

Hemingway despliega en Fiesta su estilo más característico: una prosa sobria, contenida, llena de silencios tan importantes como las palabras. Con ella reconstruye el París citadino de posguerra, hecho de cafés, bares abarrotados, noches que parecen no terminar y un grupo de expatriados que deambula entre la euforia y la tristeza. Luego traslada al lector a la intensidad casi ritual de los sanfermines en Pamplona, donde la fiesta, las corridas de toros y el exceso marcan el ritmo de un mundo tensionado por el desencanto.

Pese a esta atmósfera vibrante, nunca logré conectar con los personajes. Los observé desde la distancia, como a través de un cristal: visibles y nítidos, pero emocionalmente inaccesibles. Algunos tramos se me hicieron arduos, y mis propios desintereses —el ambiente taurino y el constante refugio en la bebida— pesaron más de lo que sumaron. Fiesta, más que invitarme a entrar, me dejó en la periferia de su mundo.

Investigando un poco comprendí que parte de ese efecto está ligado a la naturaleza del protagonista. Jake Barnes, herido en la guerra e impotente, funciona como un alter ego literario del propio Hemingway. Numerosos estudios señalan que el autor proyectó en Jake no solo sus experiencias como corresponsal y veterano, sino también sus heridas emocionales y su desconcierto ante la vida bohemia de su círculo. Varios personajes secundarios tienen, además, versiones reales en amigos y conocidos de París; los sanfermines son episodios vividos y transformados en materia narrativa. Fiesta es, en el fondo, una novela con ecos autobiográficos más intensos de lo que parece a primera vista.

Paradójicamente, ese sustrato personal tampoco logró acercarme más al autor. De Hemingway sabía —por investigación propia— que detrás de la fachada del “macho ideal” existía alguien más sensible, amante de los gatos, más vulnerable de lo que su imagen pública permitía. Pero en Fiesta ese costado íntimo no aparece. Su mundo aquí es rudo, hermético, lleno de tensiones masculinas que rara vez se quiebran.

Otro punto de fricción fue la representación femenina, concentrada en la figura de Lady Brett Ashley. Brett es un personaje fascinante: libre, moderna, magnética. Pero la mirada masculina que recae sobre ella la juzga con dureza, describiéndola como ligera o caprichosa. Muchas críticas coinciden en que Brett encarna la nueva mujer de los años veinte, dueña de su deseo y de su vida social. Su libertad, sin embargo, se convierte en un espejo incómodo para los hombres que la rodean. Si bien esta complejidad añade capas a la novela, también revela los prejuicios de la época y limita la forma en que el texto permite empatizar con ella.

En suma, Fiesta es una obra significativa dentro de la literatura del siglo XX: un retrato de la Generación Perdida, una exploración del desencanto postguerra y una muestra temprana del estilo que convertiría a Hemingway en un referente. Reconozco sus méritos estéticos e históricos, pero mi lectura fue más racional que emotiva.

Mi valoración final es de 3 estrellas: un libro importante, con destellos de genialidad, pero que no logró encontrar conmigo un punto de conexión auténtico



Frases

- [15] Un clásico nunca deja de emitir su mensaje, pero algunos de sus componentes cambian con el tiempo.En 1926, París no era la ciudad que hoy ofrecen las agencias de viajes. Hemingway pondera toda clase de bares y  de restaurantes; el recurso novedoso antes de los oficios de la Guía Michelin, pierde misterio en tiempos del turismo en masa y hace pensar en el restaurante del que se habla en la novela, que está lleno de norteamericanos justo porque una guía informa que ahí no van los norteamericanos.

- [16] También el toreo debe ser visto a la luz de la época.Hemingway escribe las corridas con el pulso del corresponsal de guerra que transmite una realidad inaudita. Para el contemporáneo de habla hispana,  su crónica puede sonar tópica o folclórica. Sin embargo, la inclusión de la fiesta brava representa algo más que un arrebato de exotismo; brinda un necesario contraste a la generación que perdió su destino entre las bombas y  buscó en vano recuperarlo en las noches de París. "Honor y coraje eran palabras corrompidas por los años de guerra".

- [28] Personalmente, desconfió de la gente en extremo franca y sencilla, especialmente cando sus historias tienen lógica, así que siempre sospeché que Robert Cohn jamás había sido campeón de los pesos medios,  que tal vez hubiese sido un caballo el que le aplastó la nariz, o que quizá su madre se llevó un susto o vio algo mientras estaba embrazada, o tal vez de niño tropezó con cualquier cosa.Finalmente hice que  alguien comprobara el relato hablando con Spider Kelly. Éste no sólo recordaba a Cohn, sino que con mucha frecuencia se había venido preguntando qué habría sido de él.

- [34] - No. Escucha Jake, si corro con todos los gatos, ¿te vendrías conmigo a Sudamérica conmigo?
- ¿Por qué yo?
- Hablas español, y es más divertido si vamos los dos juntos.
- No- respondí- Me gusta la ciudad y voy a ir a España este verano.
- Toda la vida he soñado con un viaje como ése- dijo Cohn y  se sentó  - Me haré viejo antes de poder realizarlo.
-No seas estúpido- le dije - Puedes ir a donde quieras. Tienes mucho dinero.
- Lo sé. Pero no me decido.
- ¡Anímate! - le aconsejé - Todos los países se parecen a las películas.
Me daba pen
a, se tomaba mal las cosas.
- No soporto la idea de pensar que mi vida transcurre tan deprisa que no la estoy viviendo de verdad.
- Nadie vive por completo su vida excepto los toreros.

- [35] Descendimos las escaleras hasta el café de la planta baja. Había descubierto que ésa era la mejor manera de librarse de un amigo. Una vez terminada la copa sólo hay que decir: Bueno, ahora tengo que subir a enviar unos cables, y todo queda solucionado. En el mundillo periodístico es indispensable hallar salidas airosas como ésa, ya que una parte importante de la ética profesional consiste en que parezca que nunca trabajas.

- [35] - Escucha Jake- se echó hacia delante apoyándose en la barra - ¿No has tenido nunca la impresión de que tu vida va pasando y no sacas nada en claro de ella? ¿Te das cuenta de que ya has vivido casi la mitad de todo el tiempo que te concede la vida?
- Sí, de vez en cuando.
-¿Sabes que dentro de unos treinta y cinco años estaremos todos muertos?
-¿Qué  demonios te pasa Robert? - le corte - ¿Qué demonios te pasa?
- Estoy hablando en serio.
- Eso es algo que no me preocupa en absoluto - dije
- Debería preocuparte.
-He tenido muchas cosas de que preocuparme y ahora ya he dejado de preocuparme.

- [51] - ¿Es que no me quieres?
-¿Quererte? Simplemente es que me vuelvo de gelatina cuando me tocas.
- ¿No podemos hacer nada para arreglarlo?
Se había erguido más en su asiento. Yo la tenía cogida por los hombros y ella se apoyaba en mí; nos quedamos callados, en calma. Me miraba a los ojos con ese modo de mirar tan peculiarmente suyo que llevaba a uno a preguntarse si realmente veía algo más allá de sus propios ojos.Sus ojos seguían mirando y mirando después de que todos los demás ojos del mundo dejaran de mirar. Miraba como si no hubiera nada en la tierra que no pudiera mirar del mismo modo, y en verdad la asustaba demasiadas cosas.
-  Y no podemos hacer nada- dije
- No lo sé- dudó- No quiero volver a pasar ese mismo infierno de nuevo.
- Lo mejor que podemos hacer es mantenernos alejados el uno del otro.
- Pero yo tengo que verte, cariño. Tú no lo sabes todo.
- No, pero todo resulta como digo yo.
- Es culpa mía. ¿No pagamos siempre por todo lo que hemos hecho?
No había dejado de mirarme fijamente. Sus ojos tenían distintas profundidades, pero en ocasiones parecían planos. Sin embargo, en esos momentos uno podía penetrar hasta lo más hondo.

- [52] - Es divertido- comenté - Muy divertido. Y también es muy divertido estar enamorado.
-¿Tú crees?
Sus ojos eran de nuevo planos, sin profundidad.
- No quiero decir divertido en ese sentido. Pero en cierto modo es un sentimiento alegre.
- No- repuso - Yo creo que es el infierno en la tierra.

- [84] - No- dijo tranquilamente el conde - Mumms. Es barón.
- ¿No es maravilloso? - dijo Brett - Todos nosotros tenemos títulos. ¿Por qué no tienes tú también un título de nobleza, Jake?
- Le aseguro a usted, caballero- el conde me puso la mano en el brazo - que no sirve de nada, no beneficia en absoluto. La mayoría de las veces le cuesta a uno dinero.
- No sé...- comentó Brett - En ocasiones es muy útil.
- Que yo sepa, a mí nunca me ha beneficiado en absoluto.
- No lo ha utilizado debidamente. A mí el mío me facilitó mucho el crédito.

- [88] - ¿Sabe, señor Barnes? Precisamente porque he vivido mucho, puedo disfrutar tanto de las cosas. ¿No le pasa a usted lo mismo?
- Sí, exactamente.
- Lo sé. Ése es el secreto. Hay que saber apreciar el valor de las cosas y establecer una prioridad de valores.
- ¿No hay nada que pueda alterar sus prioridades? - preguntó Brett.
- No, ahora ya no.
- ¿Nunca se ha enamorado?
- Siempre. Siempre estoy enamorado- replicó el conde.
-¿Cómo incide eso en sus prioridades?
- El amor figura entre las prioridades.
- Usted no tiene prioridades. Está muerto por dentro, eso es todo.
- No, querida, se equivoca. No estoy muerto en absoluto.

- [178] Las mujeres pueden llegar a ser excelentes amigas. Sí, realmente excelentes. En primer lugar hay que estar enamorado de una mujer para disponer de una base sobre la que sustentar su amistad. Yo había considerado a Brett una amiga,  sin pararme a pensar lo que ella pensaba del asunto. Había estado recibiendo algo a cambio de nada. Eso servía para retrasar la presentación de la factura. Pero ese tipo de facturas siempre se pagan. Es una de esas cosas magníficas con las que siempre hay que contar.

Yo pensaba que había pagado por todo y de una vez, no como suelen hacer las mujeres, que pagan y pagan y pagan. Sin idea del premio o del castigo. Sólo un intercambio de valores. Uno entregaba algo y recibía algo a a cambio. O trabajaba por algo. De un modo u otro siempre hay que pagar por todo aquello que tiene algún valor. Yo he tenido que pagar siempre que he querido pasarlo bien, y así es como lo he conseguido. O bien se paga aprendiendo de las cosas, o con experiencia, o aceptando riesgos, o con dinero. Disfrutar de la vida es aprender a aprovechar el valor de nuestro dinero. El mundo es un buen lugar para ir de compras. Parecía una buena filosofía. Pensé que al cabo de cinco años eso me parecería tan tonto como cualquiera de las filosofías  perfectas que había tenido a lo largo de mi vida.

Tal vez no era cierto del todo. Es posible que con el paso de los años uno pueda llegar a aprender cosas. A mí todo eso me daba igual. Lo único que deseaba saber era cómo vivir mi vida. Tal vez si lograra aprender a vivir con todo lo que le rodea podría llegar a comprender el porqué de todo aquello.

- [269]  El camarero dio muestras de sentirse molesto por mi actitud con respecto a las flores de los Pirineos, así que le di una propina un tanto exagerada; lo que hizo que volviera a sentirse feliz. Por mi parte, me alegraba de estar en un país donde resultaba tan sencillo hacer feliz a la gente. En España uno nunca está seguro de si el camarero le va a dar las gracias o no. Por el contrario, en Francia todo descansa sobre bases financieras más claras. Es, por lo tanto, el país donde más fácil resulta vivir. Nadie busca complicar las cosas para hacerse amigo de uno, o por otra oscura razón más o menos difícil de entender. Si uno quiere que la gente lo aprecie sólo  tiene que gastar un poco de dinero. Y así lo hice; le di una buena propina al camarero y logré que me apreciara, es decir, que llegara a apreciar mis valiosas cualidades. Se alegraría de volver a verme, y si regresaba por aquel restaurante desearía que me sentara a alguna de las mesas que él servía. Sería una estimación sincera, porque tenía una base firma. Estaba de nuevo en Francia.

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