El invitado de Drácula y otros relatos |
Bram Stoker
Sinopsis
Bram Stoker pasó los primeros siete años de su vida recluido en su casa a causa de una enfermedad. Su único entretenimiento eran las oscuras leyendas irlandesas que su madre le contaba.No sería de extrañar que esas crónicas hilvanadas con elementos sobrenaturales generaran el caldo de cultivo que llevó a Stoker a convertirse en uno de los más grandes autores de terror gótico.
Durante mucho tiempo se consideró <<El invitado de Drácula>> un primer capítulo eliminado de Drácula, la obra capital de Stoker, si bien el estudio de notas del autor a partir de los años sesenta desechó esta idea y dio pie a otras teorías.Sea como fuere, la historia, que funciona de manera independiente, vio la luz en 1914, dos años después de la muerte del escritor irlandés, como parte de una recopilación de sus mejores relatos. Reunidas de nuevo en esta edición, estas ocho joyas del género demuestran la maestría de Bram Stoker para desarrollar ficciones escalofriantes que podrán a prueba los límites de nuestro miedo.
Crítica
1. El invitado de Drácula ★★★★★
El primer relato de la antología de Alma Editorial, El invitado de Drácula, nos traslada a una gélida noche en las afueras de Múnich, donde un viajero inglés, acompañado por su cochero Johann, desafía las advertencias locales y se adentra en un camino maldito. Desde el primer párrafo, Stoker construye una atmósfera cargada de presagio, con cementerios abandonados, lobos que aúllan en la distancia y un aire que huele a muerte y superstición.
Lo interesante es que este relato —publicado póstumamente— parece un fragmento desprendido de la novela Drácula: de hecho, muchos críticos lo consideran un capítulo eliminado del manuscrito original. Y leerlo hoy resulta aún más sugestivo si se tiene presente Drácula, el origen, la precuela escrita por Dacre Stoker y J. D. Barker, donde vuelve a aparecer la condesa Dolingen de Graz, figura que en este cuento se menciona brevemente, pero cuya presencia se siente como una sombra elegante y terrible.
En apenas unas páginas, Stoker consigue condensar todo lo que define su universo gótico: el viajero racional enfrentado al misterio, la noche que parece viva, y el terror que no se explica, solo se intuye.
Una joya breve, inquietante y evocadora, que deja el sabor de haber tocado de nuevo las puertas del castillo del conde.
2. El sueño de las manos rojas ★★★☆☆
Aunque El sueño de las manos rojas no alcanza la fuerza narrativa ni la tensión gótica de El invitado de Drácula, es un relato interesante por otros motivos. Stoker se aleja aquí del vampirismo y los castillos envueltos en niebla para adentrarse en un territorio más onírico y alegórico, donde el misterio se filtra a través del simbolismo y el delirio.
Sin embargo, por momentos la lectura se hace pesada y confusa, con descripciones extensas y una trama que parece diluirse entre visiones y discursos morales. Aun así, resulta valioso que Alma Editorial recupere estos textos menos conocidos, porque permiten descubrir los múltiples registros de Bram Stoker: su interés por el sueño, la culpa y la sugestión, temas que también laten —aunque de otra forma— en Drácula.
Un cuento irregular pero revelador, que demuestra que el autor era más que el creador del conde: un escritor inquieto, capaz de moverse entre el terror clásico y la experimentación literaria.
Frases
-[29] Las personas comunes, para las que todo es posible, no piensan en el cielo casi nunca, o nunca.Para ellas no es más que un nombre, nada más, y se contentan con esperar y dejar que todo siga su curso, pero no sabe usted lo que significa para los condenados a no entrar jamás en él, no puede calcular ni concebir el anhelo terrible e inacabable por ver abiertas las puertas y poder unirte a las blancas figuras que moran al otro lado.
3. La casa del juez ★★★★★
Con La casa del juez, Bram Stoker alcanza uno de los puntos más altos de esta recopilación de cuentos. La historia parte de un motivo aparentemente simple —un estudiante que alquila una vieja casa para estudiar en paz—, pero pronto se convierte en una obra maestra del terror gótico: el silencio, las sombras y los ruidos nocturnos se transforman en una sinfonía de miedo que crece página a página.
La presencia constante de los roedores es mucho más que un recurso de horror: funciona como un eco de Drácula, recordando a ese esbirro que se movía entre ratas y oscuridad. Aquí, sin embargo, el enemigo no es un conde vampiro, sino el juez, una figura espectral que parece encarnar la culpa, el castigo y el poder que nunca muere. En cierto modo, el juez es una sombra del conde, una reencarnación de su mismo mal en un escenario más doméstico pero igualmente escalofriante.
El relato combina el suspense sobrenatural con una prosa precisa y visualmente intensa. Stoker demuestra que no necesita castillos ni murciélagos para provocar terror: le basta una vela que titila y una casa donde nada está realmente vacío.
4. El entierro de las ratas ★★★★★
El entierro de las ratas es uno de esos relatos que te toman por sorpresa y no te sueltan. Desde las primeras páginas, sentí que caminaba junto al protagonista por la periferia sombría de ese París degradado, entre basureros y sombras que parecían observarlo. La tensión crece con cada paso, hasta el punto en que uno quisiera gritarle —aunque en este caso al libro mismo— que no vaya allí, que siga con su vida, que no se adentre en ese lugar que huele a peligro y desesperanza.
Bram Stoker logra aquí una experiencia casi física del miedo: lo sientes en la piel, en el estómago, en la respiración contenida. Su descripción del entorno es tan vívida que la ciudad se convierte en un personaje más, uno hostil y putrefacto. El horror no solo está en las ratas, sino en la degradación humana que acecha en cada rincón.
Por su atmósfera opresiva, su ritmo que no da respiro y la habilidad de Stoker para meternos en la mente del protagonista, El entierro de las ratas es un cuento que se lee con el corazón en la mano. Una joya del terror gótico que confirma por qué Stoker sigue siendo el maestro de la tensión y la sugestión.
Frases
-[56] El Paris de 1850 no era como el de hoy, y los que ven el París de Napoleón y del barón Haussman difícilmente se pueden imaginar cómo eran las cosas cuarenta y cinco años atrás.
No obstante, entre lo que no ha cambiado se hallan los distritos donde se deposita la basura.La basura es basura en todas partes y en todas las épocas, y la semejanza de sus amontonamientos es perfecta. Por lo tanto, el viajero que visita los alrededores de Montrouge puede fácilmente viajar de vuelta al año 1850.
-[59] Cuando pasé ante él, el viejo no me miró, sino que permaneció con la vista resueltamente clavada en el suelo. Una vez más, me dije: He aquí las consecuencias de la guerra. A ese hombre ya no le queda ninguna curiosidad. Unos pasos más allá, sin embargo, miré de pronto hacia atrás y vi que su curiosidad no había muerto; el veterano había erguido la cabeza y me observaba con expresión extraña. Se parecía mucho a los seis hombres del armario. Al ver que lo estaba mirando volvió a agachar la cabeza, y, sin volver a pensar en él, retomé mi camino, satisfecho de haber hallado cierta semejanza entre los antiguos guerreros.
-[61] Al cabo de un rato empecé a inquietarme. No sabía por qué, pero no estaba tranquilo. La inquietud responde al instinto y es una advertencia. Las facultades físicas son a menudo los centinelas del intelecto, y cuando hacen sonar la alarma la razón empieza a actuar, aunque quizás de manera inconsciente.
5. La Squaw ★★★★★
La Squaw es, sin duda, uno de los relatos más sorprendentes y perversamente satisfactorios de esta recopilación. En él, Stoker se aleja del terror sobrenatural para construir una historia de crueldad, justicia y humor negro, ambientada en la Alemania de los turistas y los curiosos.
Lo más interesante es cómo el autor retrata al personaje estadounidense con una ironía mordaz, al estilo de Oscar Wilde: un hombre jactancioso, superficial y sin sensibilidad alguna. Su actitud banal y su falta de empatía lo convierten en la víctima perfecta de su propio destino. Cuando el relato alcanza su clímax —con la venganza del gato que ha perdido a su cría de la forma más atroz—, el horror se vuelve una forma de justicia poética: brutal, sí, pero también extrañamente justa.
Con La Squaw, Stoker demuestra su habilidad para combinar el terror con la sátira social, burlándose del turista inculto y del hombre que se cree dueño del mundo. Es un cuento macabro, cruel y a la vez deliciosamente irónico, donde el autor deja claro que incluso los animales tienen memoria… y que hay venganzas que merecen aplauso.
6.La profecía gitana ★★★☆☆
La profecía de la gitana es un relato menor dentro de la antología, aunque no por eso carente de interés. Aquí, Stoker recurre a los tópicos del folclore gitano —la lectura del destino, las cartas, las maldiciones y la superstición— para construir una historia de advertencias fatales y venganzas anunciadas.
Sin embargo, el texto cae en los estereotipos propios de la época: los gitanos aparecen más como figuras exóticas que como personajes complejos, lo que le resta profundidad a la trama. Aun así, es justo reconocer que este relato revela la fascinación temprana del autor por lo misterioso y lo extranjero, una semilla que germinaría con fuerza en Drácula, donde los gitanos tendrán un papel clave como aliados del conde.
Aunque no sea el más logrado del conjunto, La profecía de la gitana confirma que Stoker no da puntada sin dedal: incluso en sus cuentos más simples se adivina el laboratorio narrativo donde forjaría su gran obra.
Frases
-[98] -Bien lleguemos hasta el final-dijo- Señora, me ha dado usted un consejo, pero yo he pagado para saber mi destino.
-¡Te lo advierto!- dijo la gitana - Las estrellas han guardado silencio mucho tiempo; deja que el misterio siga siéndolo.
-Señora mía, no me topo con un misterio todos los días, y prefiero conocimientos a cambio de mi dinero antes que ignorancia, de la que puedo conseguir cuanta quiera, siempre que desee y a cambio de nada.
-[99] -Claro que sí. A los comunes mortales nos gustan las cosas inequívocas. Las estrellas están muy lejos y sus palabras se pierden un poco en el trayecto.
La gitana se estremeció, tras lo que habló sin rodeos.
-Es esta la mano de un asesino. ¡El asesino de su esposa!
Soltó la mano y se apartó. Joshua rompió a reír.
-¿Sabe una cosa?-dijo- Creo que si yo fuera usted introduciría un poco de jurisprudencia en mis profecías. Por ejemplo, dice que esta mano es la de un asesino. Bien, sea lo que lo llegue a ser en el futuro, potencialmente, a día de hoy no lo es. Debería usted expresar su profecía en términos tales como la mano que pertenecerá a un asesino o la mano de quien será el asesino de su esposa. A las estrellas no se les dan nada bien las cuestiones técnicas. La gitana no replicó sino que, con la cabeza gacha y aire abatido, volvió despacio a su tienda, alzó la cortina y desapareció dentro.
7. El retorno de Abel Behenna ★★★★☆
Con El retorno de Abel Behenna, Bram Stoker vuelve a demostrar su maestría para el suspense y la venganza envuelta en misterio. La historia, que inicia como un drama romántico en apariencia, va oscureciéndose poco a poco hasta desembocar en un final tan sorprendente como genial, digno del mejor relato gótico.
La protagonista femenina, movida por la traición y el egoísmo, encarna una malicia refinada que encuentra su castigo en un desenlace tan macabro como justo. Es imposible no sentir cierta satisfacción cuando la justicia —esa justicia poética tan característica del autor— se cumple de manera implacable.
Lo que más impresiona es la destreza narrativa de Stoker, capaz de torcer el rumbo de la historia justo cuando el lector cree saber hacia dónde va. Su prosa, envolvente y cargada de atmósfera, conserva siempre ese aire de terror moral y fatalidad gótica que lo distingue entre sus contemporáneos.
Un relato intenso y perfectamente cerrado, que deja claro que en el universo de Stoker nadie escapa a las sombras de su propio destino.
8. El secreto del oro creciente ★★★★☆
En El secreto del oro creciente, Bram Stoker alcanza una de sus formas más simbólicas del terror: la culpa convertida en materia viva. El cuento no necesita castillos para inquietar; le basta un muro, una grieta y un mechón de cabello que crece cada día como un recordatorio de lo que fue silenciado. Aquí, el horror no proviene del exterior sino del interior: del peso de la conciencia, de esa fuerza que, por más que se oculte, siempre encuentra la manera de abrirse paso.
Desde sus primeras páginas, el relato nos envolvió con una atmósfera tan densa y tormentosa como la de Cumbres Borrascosas. Tal vez sea el viento moral que azota a sus personajes, la pasión que se convierte en ruina o esa presencia espectral que no da reposo ni a los vivos ni a los muertos. Hay algo en la mansión Brent que recuerda a la casa Earnshaw: un lugar donde el amor y la culpa se funden hasta volverse indistinguibles.
El cuento encierra lo más característico del universo stokeriano: la tensión entre lo racional y lo inexplicable, entre el deseo de dominio y la inevitable rendición ante lo sobrenatural. En esta historia, la justicia no llega por manos humanas, sino a través de un orden más antiguo y secreto, el de la culpa que se materializa para vengarse. Stoker, con la elegancia del verdadero narrador gótico, deja que el castigo surja no de la violencia explícita, sino del propio símbolo: un cabello dorado que crece como raíz de una verdad enterrada.
Hay en este relato una hondura moral que trasciende el mero espanto. La venganza no es solo retribución: es memoria, la imposibilidad de borrar el crimen, la persistencia del pasado que reclama ser visto. Por eso el relato resuena con una fuerza tan contemporánea: porque su horror no envejece, sino que sigue hablándonos del deseo humano de ocultar lo que nos avergüenza.
Y, al cerrar la antología, uno no puede evitar pensar en el origen de todo ese universo. Stoker pasó los primeros siete años de su vida enfermo, confinado a su casa, donde su único refugio fueron las leyendas oscuras del folclore irlandés que su madre le contaba. De esa infancia marcada por el aislamiento y la imaginación febril nació una sensibilidad única para el misterio, la muerte y lo invisible. El invitado de Drácula y otros relatos deja ver esas raíces con claridad: aquí no solo encontramos al creador del conde más famoso de la literatura, sino al artesano del miedo cotidiano, al escritor que supo darle forma al mal desde lo íntimo, lo moral y lo humano.
Con esta lectura, queda claro que Bram Stoker es mucho más que su criatura inmortal. En cada cuento asoma una voz que reflexiona sobre la culpa, la justicia y la fragilidad del alma humana. Leer sus relatos más allá de Drácula no solo amplía el mito, sino que nos recuerda por qué su nombre sigue siendo esencial en la historia del terror gótico: porque sus sombras, lejos de apagarse, siguen creciendo —como aquel cabello dorado— imposibles de detener.
Frases
-[98] Es sencillo escuchar con impasibilidad noticias lejanas, podemos recibirlas con incredulidad, burla, desdén o cualquier otra actitud fría que consideremos adecuada. Pero cuando el escándalo se acercó, cambió la cosa, y los sentimientos de independencia e integridad propios de toda comunidad que no esté moralmente arruinada se manifestaron y reclamaron condena. Aun así, hubo una reticencia generalizada, y no se reclamaban más noticias de los hechos que las estrictamente necesarias. Margaret Delandre actuaba de manera tan audaz y abierta, aceptaba su posición como legítima compañera de Geoffrey Brent de modo tan natural, que la gente llegó a pensar que se había casado con él en secreto, y consideraban más prudente morderse la lengua, no fuera que el tiempo le diera la razón a ella y la convirtiera en un enemigo a temer.
Comentarios
Publicar un comentario