Ahora y en la hora - Héctor Abad Faciolince
Ahora
y en la hora
I Héctor Abad Faciolince
Sinopsis
¿Qué hacer con una vida cuando esta es excesiva, cuando le sobran muerte y tristeza, aunque también ( y en dosis parecidas) vida y alegría?
A mediados de 2023, apenas recuperado de un cirugía a corazón abierto, Héctor Abad Faciolince aceptó la invitación a una feria del libro en Ucrania. El viaje libresco, sin embargo, se convirtió en algo más: explorar los horrores de la invasión rusa en la región de Donetsk, cerca del frente de batalla, junto con otras cuatro personas, cerca del frente de batalla, junto con otras cuatro personas. El último día, para despedirse, el grupo de viajeros se dispuso a cenar en una pizzería de Kramatorsk. Allí padecieron un hecho que los transformaría para siempre: un misil ruso con seiscientos kilos de explosivos cayó sobre el centro mismo del lugar, dejando en el acto trece personas muertas y más de sesenta heridos. Una de las víctimas fatales fue la joven escritora ucraniana Victoria Amélina, guía y compañera de ese viaje testimonial que terminó en tragedia.
Crítica
Frases
-[11] Cansa ya que se diga que la vida es un viaje o una escondida senda llena de caminos no trazados que sin pensar uno toma, errático y sin rumbo. Sin embargo, aunque canse, que la vida sea un viaje no es del todo mentira, por corto que sea o por mucho que se extienda. De su longitud, al nacer, no sabemos nada, ni tampoco en esa adolescencia que intenta adivinar el futuro leyéndose en la mano la línea de la vida. Todo viene a saberse tan solo con el paso del tiempo, si uno se muere pronto o tarde, si padece accidentes, si tiene enfermedades o si lo matan antes.A algunos nos llega un momento en la vida, cuando esta se alarga lo suficiente, en que podemos saber que el propio viaje no será corto.Tengo la misma edad, sesenta y cinco años, que tenía mi padre cuando lo mataron.En ese año, 1987, yo tenía veintiocho , y aunque él no me parecía viejo, tampoco podría decir que me parecía joven.Mi papá llevaba casi un lustro diciendo que ya había vivido suficiente y que se podía morir tranquilo en cualquier momento.Mi madre, en cambio murió de mal de arrugas, encorvado como un tres, como decía el poeta Pombo, a los noventa y seis años, pero ella nunca tuvo suficiente vida, Quería siempre más, anhelaba llegar, como mínimo a los cien años. En todo caso a nadie se le ocurriría negar que tuvo una vida larga, un largo viaje, así a ella no le haya bastado.
-[12] Como dice Issac Bashevis Singer, "es imposible escribir la verdadera historia de la vida de una persona. Supera el poder de la literatura. El relato completo de cualquier vida sería absolutamente aburrido además de absolutamente increíble". Tampoco un viaje, por corto que sea, se puede contar por entero, con sus noche y sus días, sus desvelos, pesadillas, sueños, madrugadas, ayunos y comidas, conversaciones serias, frívolas, intrascendentes, fugaces.
-[13] Cada día, para mí, es otra página que pasa. Abro mi cuaderno negro, aliso su primera hoja con la mano, aprieto con tres dedos el bolígrafo de tinta azul que tengo al lado, y voy escribiendo, al tiempo que me fuerzo a exprimir mi memoria, esa que, por suerte, me quiere abandonar.Mi más querido aliado, siempre, es el olvido.
-[17] Las mentiras, cuanto más grandes son ( esta idea de Goebbels ha tenido un gran éxito), menos se pueden negar y más tiende a creerlas la gente.
-[18] En la obra representada por Anabell, una niña está aprendiendo a leer en un refugio, mientras afuera caen bombas y suenan las sirenas que avisan a la gente que deben correr a los espacios protegidos porque se acerca otra oleada de ataques. En la adaptación de la obra hecha por Alex, la niña protagonista, Liesel Meminger, lee también un fragmento de El olvido que seremos. Para mi todo eso era doloroso, extraño y bello al mismo tiempo. Con la extraña belleza que tienen las cosas tristes. Un libro contra una injusticia particular del pasado intentaba al menos distraer de otra injusticia presente; en el caso de Ucrania, colosal y colectiva.
-[34] Ucrania solo terminó de tener una forma más precisa y una identidad definida en mi mente apenas en el año 2019, al recibir aquella carta de las dos mujeres ucranianas que me hablaban de su lengua y su literatura.Solo en ese momento sentí la urgencia verdadera de informarme mejor sobre ese lejano país que, gracias a ellas, se me volvía real. Si un colombiano era real para ellas, se me volvía real.Si ellas no confundían Bolivia con Colombia, también ellas, y su país, tenían que ser reales para mí y yo no podía seguir metiendo en el mismo saco a Ucrania, Moldavia, Chechenia o Georgia (aunque tengan problemáticas similares por su vecino imperial). No es la geopolítica, no es la ideología, son las personas las que nos enseñan a querer y darles un rostro y una identidad a las naciones.
-[36] Percibir de cerca la brutal potencia del mal, su violencia asesina, y llegar casi a padecerla en la propia carne, tal como la han sufrido durante más de tres años millones de ucranianos, es tener la experiencia del mal, sí, pero encarnado en una sola persona, en otro megalómano que, si consigue sus objetivos en Ucrania (después de [37] haberlos conseguido en Chechenia, en Biolorrusia y en otros lugares remotos de sus inconmensurables dominios, no tendría dudas ni escrúpulos para seguir invadiendo, destruyendo y anexando o sometiendo a otros países asiáticos o europeos, como si el territorio de su imperio anacrónico no fuera ya la imposición colonial más extensa y absurda del mundo actual. Para usar la proféticas palabras de Tolstói: ¿cuánta tierra necesita un país?¿Es tan insaciable Rusia que ningún territorio, por grande que sea, le resulta suficiente? Las más demenciales pasiones de poder y dominio tan solo se sacian cuando lo tienen todo.
-[37] Para poder acercarme a Ucrania, esa nación que, por lejana que estuviera, me intrigaba cada día más, para poder entender su territorio y su cultura antes de poder visitarla, debía averiguar no solo su presente, sino conocer también las heridas y cicatrices más traumáticas de su historia. Un país se defiende de lo que ya ha padecido porque es lo que más teme que se repita.Tal como le preguntamos a una persona, cuando nos interesa conocerla, cómo llego a ser lo que es, a qué le teme, de dónde viene, cuáles son sus aficiones o sus traumas más importantes, así mismo, cuando queremos entender bien a los países (ya que es habitual que estos se configuren como tales solo después de muchos esfuerzos, derrotas y sufrimientos) debemos averiguar ese pasado que los explica o al menos los hace menos incomprensibles.
-[42] Para Grossman, "La única luz que puede iluminar la oscuridad es la verdad"
-[74] En los últimos dos años, después de padecer un achaque tras otro, habiendo teniendo enfermedades relativamente serias, yo sentía cada vez más que la vejez era horrible y que me esta despidiendo de la vida poco a poco, sentido por sentido. Todas las veces que me habían hecho el célebre cuestionario de Proust yo contestaba igual a la última pregunta: ¿Cómo se quiere morir? Dándome cuenta de que me estoy muriendo, pues la muerte es la última experiencia de la vida.
-[76] Supongo que es más fácil hacer el retrato de alguien a quien no conoces que el de alguien a quien conoces mucho o al menos crees conocer bastante.Es esto lo que explica que el retrato más difícil de hacer sea el de uno mismo: cuando nos conocemos, nos conocemos tanto que todo es incompleto y cualquier cosa que se diga termina siendo una máscara, un enredo, una simulación o un disimulo; cuanto más a fondo te miras, más complejo te ves y más contradictorio, hasta que la figura es un abismo de rasgos y rayones tan confusos que se vuelven un mamarracho irreconocible, un montón de manchones superpuestos donde desaparece la figura y aparecen el desorden, las tachaduras, los borronazos. Uno acaba por dejar de entenderse y resulta imposible definirnos satisfactoriamente. Mejor no decir nada de sí mismo y dejar que los otros nos definan.
Me refiero al autorretrato con palabras, claro está, aunque también al pictórico, que solo funciona cuando es capaz de ser preciso y despiadado, no halagüeño ni condescendiente, pero que aun cuando es como deber ser, transmite siempre la sospecha de que es una máscara grotesca que, al deformarse, de algún modo también te favorece.
-[78] Supongo que soy hijo de las montañas.
Las llanuras me aburren
y las colinas no me bastan.
¿El mar? El mas es una añoranza
para quien vive
a mil kilómetros sobre su nivel.
Amo a mis hijos sobre todas las cosas.
No creo que haya Dios
y creo firmemente, quiero decir, confío
en que cuando me muera
será para siempre.
Cierro los ojos para hablar en público,
pero ciego, lo que se dice ciego,
no quisiera ser.
Me gusta acariciar el lomo de los caballos
y oler el cuello de mi mujer.
Leo bastante y antes de internet leía más.
Mi madre es mi figura paterna,
así que no me vengan
con sus tesis de complejos y Edipos.
Aunque no lo maté tengo la culpa
de que hayan matado a mi padre.
Gracias a él tengo la cabeza en las nubes
y gracias a ella los pies sobre la tierra.
Creo en la evolución,
no en la revolución.
Admiro mucho a Darwin, a Voltaire,
a Diderot, a Hume, a Adam Smith,
mucho menos a Marx; soy liberal.
Me gusta la igualdad,
pero puestos a escoger,
escojo la libertad.
He amado y amo, sin exagerar,
porque siempre exagera el verbo amar.
Mis amigos son
los hermanos que nunca tuve.
Me gusta llevar una vida ordenada.
Bebo poco, no trasnocho
y he fumado marihuana, sin que nunca me gustara,
tres veces en la vida. No volveré a fumar.
Soy sedentario, pero viajo mucho
para sentirme extraño
al irme y sobre todo al regresar.
De joven fui lascivo, infiel, y desleal.
Sostengo, sin embargo, que el sexo
es la parte más rudimentaria del amor,
la menos seria
y también la mejor, aunque no siempre.
Ahora soy más puro sin mérito ni esfuerzo
por cosas de la edad,
así que no predico como los curas viejos
la paz de los sentidos,
la santa castidad.
Como dijo un colega
"me gusta contemplar el rostro de mi mujer"
No siento que soy bueno
pero me opongo al malo que llevo dentro
y casi nunca dejo que él mande
en mis acciones y en mi corazón.
Tengo mala memoria
y esto, por desgracia, me hace ingrato,
y, por fortuna, poco rencoroso.
Vivo o vivía solo, pero me gusta estar acompañado.
Recibo huéspedes, pero no los atiendo
y pido que no abusen de mi hospitalidad.
Soportaría convivir con mis hijos,
con mis hermanas y con mi mujer.
Me gustan el arroz blanco, el ron
y las tajadas de plátano maduro;
como carne con culpa.
Cuando puedo bebo whisky y vino.
Tengo, según decía un sabio,
"la salud de hierro de los enfermizos"
Fui católico hasta los once años,
todavía hago examen de conciencia
y siempre me arrepiento de las palabras
que escribo. No escarmiento
y vuelvo a caer en el vicio de escribir.
Vivo en guerra conmigo.
Quiero decir: nunca estamos de acuerdo el otro y yo.
Mi única religión, de día,
es la lectura
(escribo en los crepúsculos),
y de noche la música de Bach.
-[82] Uno podría pensar que el amor, el deseo y las ganas de divertirse se suspenden en tiempos de guerra. Que todo es devorado por el miedo a morir o por la ansiedad permanente que nos generan los allegados ausentes, aquellos que corren más riesgo en acciones de guerra cerca del frente.No es así. Si hay quien siente el impulso, la imperiosa necesidad de vivir el momento (carpe diem), si hay quienes quieren tener la experiencia de cada instante tan intensamente como si fuera el último, estos son precisamente aquellos que sienten todo el tiempo que su vida amenazada.No las personas que han vivido una tragedia y ya están sumidas en el duelo; en estás sí es verdad que los más elementales deseos de divertirse o incluso de vivir se disipan y todas las emociones se reducen al mero sufrimiento sin consuelo. Pero en la guerra no hay solo un duelo; hay sobre todo una anticipación a la muerte y del duelo, y esta anticipación la genera el anhelo de dicha previos a la catástrofe inminente.
-[85] La guerra es una especie de agujero negro que engulle vidas como si fueran átomos.Si yo pudiera rezar, rezaría por Andrii como una forma de recordar sus extraordinarias dotes de actor, no de soldado.Era tan poco soldado que ni siquiera en la última obra que representó había actuado como tal.
-[91] Así lo dijo ella en una conversación virtual con representantes del Instituto Goethe: Me doy cuenta de que la violencia ha destruido mi propio lenguaje. Es lo que la guerra te deja, las frases son lo más cortas posibles, la puntuación es un lujo redundante, el asunto poco claro, pero cada palabra lleva una carga de significado.Todo esto es aplicable a la poesía y asimismo a la guerra.
-[92] No es poesía.
Yo no escribo poesía.
Soy novelista
Es la realidad de la guerra
que devora toda puntuación
que devora la coherencia de la trama
que devora la coherencia
devora.
Como la metralla atinara en el lenguaje
y las esquirlas del lenguaje
pudieran parecer poemas
sin serlo.
Esto tampoco es poesía
La poesía está en Járkiv
y es voluntaria en el ejército.
-[96] ¿Qué es ser ciudadanos de un país?, se preguntaba Borges en uno de sus cuentos: Es un acto de fe. Ser colombiano, chileno, catalán, ruso, ucraniano no es la emanación de ninguna esencia metafísica. Es una ficción ( el uso de esta palabra aquí, y en este contexto, es del muy lúcido Yuval Noah Harari) compartida y creída en un cierto momento por un número suficiente de personas que entre todas deciden que España, Ucrania, Europa existen.Es algo que se desarrolla y se comparte al mismo tiempo en la mente de muchas personas; algo que en ocasiones cuesta mucha sangre y mucho sufrimiento.Esa misma sangre y ese sufrimiento están consolidando hoy, y creo que ya para siempre ( ese "siempre" de las historias humanas que es finito por necesidad), la existencia de Ucrania como nación, como país y como cultura independientes. Independiente, sobre todo, de Rusia, porque quizá no haya nada que independice más que las ofensas, el odio y el resentimiento por los crímenes y las humillaciones padecidas.
-[99] Cuando un escritor no ha leído a otro, la conversación entre ellos se hace ardua y es común que entre los dos se instale una especie de timidez teñida de culpa.Vamos a ciegas, los escritores, si no nos hemos leído. Al fin y al cabo, los escritores no somos casi nada, o mejor dicho, somos casi tan solo lo que hemos escrito.
-[131] Las ganas de seguir vivos no tienen nada que ver con la experiencia de uno mismo o del simple hecho de conservar los sentidos. Las ganas de vivir son para seguir viviendo y viviendo lo que amamos.¿Cuánto tiempo puede durar la euforia de haber sobrevivido al campo de concentración si cuando sales te enteras de que tu familia ha muerto en otro campo?Quizá estés vivo, sí, pero ya alejado para siempre de la vida.
-[135] Al leer a los escritores nos volvemos sus amigos, a veces casi íntimos, porque nada se parece tanto a nosotros como lo que dejamos por escrito, y creo que nadie se parece tanto a Vika como Marusia, la niña ciega protagonista de la novela suya que acabo de mencionar y que pude leer en español en a visionaria edición de Avizor. Un hogar para Dom tiene una ingeniosa curiosidad técnica: la novela es narrada por un perro. Un perro blanco que se llama Dom.
Al final de la novela el perro narrador dice dos cosas que me llamaron la atención. la primera es: Cuando eres un vagabundo, duermes poco e intranquilo, y casi nunca tienes sueños. Excepto uno.Uno en el que estás buscando un hogar. Y la segunda: ¿O es que me está fallando el oído defectuoso? Hay circunstancias que nos llevan a leer los libros de un modo no solo muy intenso sino también supersticioso. Como si hubiera en ello algo premonitorio, casi profético.
Soy un viejo de pelo blanco y mi oído defectuoso me salvó de morir en Kramtorsk.
-[166] Victoria miraba y Catalina mira la guerra de frente. Son mujeres como ellas las que nos enseñan a verla, a entender su dolor, su sufrimiento inaudito, su terrible injusticia que los hombres fuertes (antier Stalin y Hitler, ayer Putin, hoy Trump y Netantahu, mañana y pasada mañana no sé quienes) intentan mostrar como algo heroico, necesario e incluso, paradoja de paradojas, pacificador. Los que empezaron la guerra, los que hicieron morir a cientos de soldados y de civiles, entre estos Victoria, ahora llaman paz a ese final de la guerra que ellos quieren después tanto matar.
-[170] Es largo y elegante
como su propia sombra
y como ella liviano y silencioso.
Lo veo pasar, lo veo dibujar,
lo veo leer, pensar, nadar,
lo oigo callar,
y una ola de amor nace en mi pecho,
me inunda, me sumerge,
me sofoca, me ahoga.
Si me concentro en él
mis ojos se aguan de vergüenza,
por lo bueno que es
y lo malo que me siento.
Es fuerte, firme y sólido, mi hijo,
confiable como un árbol,
sencillo y generoso
como la tierra que piso.
Si en alguien yo tuviera que apoyarme
me apoyaría en él,
me abrazaría a él,
como se hunde un niño
en el seguro pecho de su padre.
-[173] Yo pienso, en realidad, que escribo para no morirme y para entender y merecer la muerte.Para aprender a morir, como decía Montaigne. Escribiría incluso si nadie me fuera a publicar esto que escribo. Escribiría como escribe Davanzati, ese personaje de novela que tira a la basura todo lo que escribe. A mi muerte, si alguien le interesara, encontrarían en mis libretas, en mis baúles, en mis archivos de computador miles de páginas que no he publicado nunca.La carta de mi hija me invita a que yo no escriba este libro. Pero tengo que escribirlo, y no por mí, sino por ella, por mi hija, y también por mi hijo, por los dos, y también por Alexandra, que ha sufrido con todo esto más que yo mismo.No escribo para que me quieran más, como dijo García Márquez, aunque quizá también; me parece que escribo por amor a los que quiero. Escribo para demostrar que mi padre tenía razón, que no mentía cuando pensaba que su hijo era escritor, lo que a él le hubiera gustado ser toda la vida.
-[176] Victoria murió por otro crimen de guerra. Esto no lo voy a olvidar, porque defender su casa, Ucrania, es defender también los cimientos de la nuestra: Europa, España, Colombia. Sí, yo concibo a mi país, Colombia, como una parte del Extremo Occidente, es decir, de eso que se llama la civilización occidental, la que Europa, a partir de Grecia e influida por la cultura judeocristiana, inventó.
-[178] Y al ver tu muerte ahí, en tu propia cara, aunque el muerto no fueras tú sino tu espejo, tu sustituta, al verla y verte en ti en el preciso sitio donde estabas, dime sinceramente cuánto te asustaste, ¿poco, nada? Más que susto, estupor, incredulidad, la superstición de que tal vez en otro universo estuvieras ya muerto. Y luego aparante jaculatoria en la que dices "ahora que te conozco, muerte, a la hora exacta en que debí morir, ahora que te veo con tanta precisión, tanto detalle, con todas las minucias, entiendo que hay ocasiones en que la vida se corta como se mocha el cable de la luz, como la rama se corta de un seco machetazo y pasas de ver bien, no a la penumbra, sino a algo que ni siquiera es conciencia de la oscuridad, a la ausencia de todas las sensaciones, a la nula presencia de ningún sentido, a una nada pétrea más fría que la piedra sobre la que ha rodado la cabeza guillotinada para llegar a algo que no es nada, a algo mucho más profundo que el sueño más profundo, y con menos memoria que la de un hielo que se disuelve en agua.
Pienso en la irrealidad de la muerte.¿Cómo puede ser real la muerte si lo que la muerte hace es, precisamente, suprimir la realidad? La muerte es eso: que la realidad cesa, que el mundo que amas (tus hijos, tu mujer, tu país, tus paisajes, tus cosas) se terminan de repente y pasan a no ser nada.
Creo que muero despacio, pero todos nos morimos "como el rayo", tal y como escribió en la cárcel un poeta que se murió por ese otro rayo que es el maltrato.
-[183] El alma no se ha inventado para los vivos sino para los muertos. Y primero se ha inventado el alma y después el cuerpo para que tenga algún sitio donde embutir el alma por un tiempo. Algo así dijo uno de mis maestros, Agustín García Calvo.
El cuerpo, el cuerpo, el cuerpo, el bendito cuerpo. Hace años que ya no siento que tengo cuerpo, o si mucho lo siento solamente si me duele.Un cuerpo doloroso, no un cuerpo placentero como el que siempre he defendido.
No creo en las ánimas del purgatorio o en las almas en pena o en las almas en la gloria, sentadas a la diestra de Dios Padre. Sé perfectamente que las almas y los fantasmas no existen, pero ahora, ahora que tal vez estoy reblandecido, ahora que el cuerpo ya no me responde como antes, y me duele, y me falla, y me traiciona una y otra vez, me ha dado por sentirlas, aunque no crea en ellas.
-[184] Lo que he escrito sobre mi hija no es una profecía (anunciar la muerte de cualquier ser humano es una obviedad), sino más bien una fantasía, o mejor, para ser exactos, un conjuro.He descubierto que para mí las palabras son mágicas, y basta escribirlas o pronunciarlas para que tengan efectos en el mundo material. Parecen irreales, fugaces vibraciones aéreas que generan imágenes mentales o manchas que despiertan ilusiones visuales, pero producen efectos palpables y reales.
Si pongo en palabras mis fantasías más aterradoras, al obligarlas a ocurrir una vez en letras, en mi mente y en la objetividad del papel, ya no tendrán la fuerza suficiente para repetirse efectivamente en la realidad.
Creo que si algo ha ocurrido una vez, así sea en ilusión de las palabras, esto significa que por mucho tiempo no puede volver a suceder en el mundo caliente de las cosas que pasan.Hay gente que ni siquiera piensa lo horrible, y si alguien llega tan solo a insinuar la posibilidad de un infortunio, tocan madera y ordenan silencio, como si las palabras o las ideas pudieran atraer las desgracias. Yo pienso exactamente lo contrario: que las palabras previenen las desventuras.
-[187] Los excesos se viven, se sufren o se gozan, no se escriben. La vida una y otra vez me ha zarandeado, me ha azotado, salvado, atropellado, derribado y destruido. ¿Qué hacer con una vida cuando esta es excesiva, cuando le sobran muerte y tristeza, aunque también ( y en dosis parecidas) vida y alegría? Si pudiera al menos concentrarme en lo bueno, en la alegría, pero no me siento capaz.
Después la música me arrastra de nuevo, arrasa con mi yo, y olvido la culpa de estar vivo, porque ya no hay un yo que pueda sentir culpa. La música me devuelve la serenidad y la felicidad de no ser nada, y, sin embargo, de no haber muerto todavía.
-[187] Epicuro, en la carta, se dirigía a los jóvenes y a los viejos. A los viejos, los animaba a consolarse rememorando las dichas del pasado; a los jóvenes, en cambio, los incitaba a enfrentar con entereza el futuro y a no tener miedo, es decir, sobre todo, a dedicarse a buscar la felicidad sin temor a la muerte. Quizás eso era lo más importante de la carta de Epicuro: que invitaba a no tener miedo, porque casi siempre se piensa que lo peor que nos puede pasar es la muerte, pero el filósofo griego invitaba a pensarla de un modo muy distinto:
Acostúmbrate a pensar que la muerte no es nada para nosotros.Porque todo bien y todo mal reside en los sentidos y la muerte es la primación de todos los sentidos. Por lo tanto, el recto conocimiento de que nada es para nosotros la muerte hace dichosa la condición mortal de nuestra vida, no porque le añada una duración ilimitada, sino porque elimina el ansia de la inmortalidad.Nada hay, pues, temible en el vivir para quien ha comprendido que nada temible hay en el no vivir.Así que el más espantoso de los males, la muerte, nada es para nosotros, puesto que cuando nosotros somos, la muerte no está presente y, cuando la muerte es, ya nosotros no estamos ahí.
-[194] La inmortalidad debió de inventársela un padre que perdió a su hijo, me digo. Un pobre hombre loco de tristeza, inconsolable, al fin encuentra un mínimo de paz y de consuelo si se ilusiona con la idea de la supervivencia después de la muerte.
Un dolor insoportable necesita drogas mucho más potentes que la morfina. La droga religiosa, la creencia en el más allá, es más fuerte que cualquier sedante o cualquier alucinógeno. La religión no será el opio de los pueblos, pero sí de los padres; de los padres huérfanos de hijos.
-[196] Ninguna ciudad está condenada a quedar embrujada para siempre.No rompemos el hechizo cuando desterramos a los fantasmas, sino cuando los invitamos a desayunar.Un verdadero hogar es un lugar donde tienes vecinos a los que conoces por su nombre.Esto incluye a los que fueron asesinados y a los que ayudaron a matarlos, a los que sobrevivieron y a los que arriesgaron la vida de sus familias para rescatar a los perseguidos. Hoy tengo vecinos, tanto vivos como muertos, de los que aprendo, sobre los que escribo y a los que dirijo mis escritos.
Mi "vecino" Stanislaw Lem, el sobreviviente del Holocausto, evitó escribir directamente sobre sus recuerdos del genocidio. Como autor de ciencia ficción, escribió sobre la humanidad en su conjunto, nuestra culpa ante los demás y sobre la imposibilidad de tener una segunda oportunidad.Ahora bien, tampoco estoy segura de que cada persona merezca una segunda oportunidad; los crímenes contra la humanidad y los genocidios son precisamente crímenes imperdonables. Pero creo que hay una segunda oportunidad de volver a ser un hogar: un lugar para las infancias idílicas de las nuevas generaciones, un lugar donde conocemos y honramos a nuestros buenos vecinos de todos los tiempos.
-[198]El 27 de junio de 2023, a las 19:28 minutos, en Kramatorsk, ocurrió un crimen de guerra más de los muchos que Rusia ha cometido en Ucrania, y de los muchos que Victoria Amélina se dedicó a investigar y documentar en el último año y medio de su vida.Este al que me refiero, ella lo vivió en carne propia, y tan radicalmente que ya no lo puede documentar. Cuando morimos, no tenemos una segunda oportunidad. Al casi morir, pero salvarnos, algo sentimos que, por el azar de haber sobrevivido, se nos ha dado una segunda oportunidad.
-[201] Amigo que lees, mantén los dedos detrás de tu espalda, no sea que por descuido emborrones las letras; porque quien no sabe escribir piensa que esto no es un trabajo.El último renglón de libro es, para el copista, tan amado como el puerto para los marineros.Tres dedos sostienen la pluma, pero todo el cuerpo trabaja.Gracias a Dios. Yo, en nombre de Dios, Varamberto, he escrito Gracias a Dios.
(...) Con tres dedos he escrito. No manches tus dedos, lector, esto que digo. Mira que todo esto lo he podido escribir solamente con el dolor de mi cuerpo y el terror de mi mente. Con el dolor y la disolución del cuerpo de Victoria, una escritora que ya no pudo terminar personalmente su último libro.
-[203] Lo importante no es mantenerse vivo, sino mantenerse humano.
-[207] Yo soy un experto en olvidos, y también este pequeño horror padecido lo podría olvidar. Lo que escribo es, en cambio, un homenaje a los ucranianos que han perdido la vida luchando por ser libres y por ser ellos mismos, sin que una potencia imperial les diga cómo deben ser y qué tradición histórica, religiosa o política deben pertenecer.Es un homenaje a Victoria y a todos aquellos que han perdido la vida defendiendo su derecho a ser libres y a ser ellos mismos.
-[208] Como decía Victoria, la realidad de la guerra "devorando la puntuación / devorando la coherencia de la trama/devorando" Podría intentar escribir sin estas riendas de la gramática la coherencia la puntuación la sintaxis sin todo esto que he cultivado e intentado mantener y respetar siempre que he escrito para facilitar mi comprensión mientras escribo (escribir es una herramienta para entender el mundo para entender el pensamiento para entender lo que pasa alrededor e intentar explicarlo aclararlo mostrarlo con palabras) y acabo de violar mi propósito al usar dos paréntesis y al usar seguramente un punto al final de este párrafo pues todos ellos son ya signos de puntuación signos de un pensamiento adicional que no se ajusta al hilo del discurso y mientras pienso en esto siento caer de nuevo sobre mí lo que fuera que cayó sobre nosotros esa explosión sin nombre absurda como saliendo de la nada y del centro de la Tierra y ese trozo de metralla de hierro de vidrio de aluminio de lo que fuera que penetró la piel la carne el cráneo de Victoria y desconfiguró el orden de sus neuronas las inundó de sangre al romperlas destrozarlas desgarrarlas tanto que ya no pudieron seguir manteniéndola con vida.
-[214] El mal que intento describir en este libro, insisto, no es una cosa anónima y abstracta.Esto no nos lo enseña solo la experiencia, sino que lo sabemos desde la infancia: más que maldad, hay malos. El mal, dice Vasili Grossman, es una persona con un rostro y un nombre. Esta guerra de Rusia para negar la existencia de Ucrania y borrarla del mapa en pleno siglo XXI, esta invasión imperial con su consiguiente exterminio de las mejores mentes de la última generación de ucranianos, no ha sido provocada por el mal impersonal. Si todas las víctimas deben tener un rostro y un nombre, también el verdugo que ha provocado su muerte los debe tener, y en este caso lo tiene: se llama Vladímir Putin.
-[216] (...) Hay muchos gregarios, es verdad ( y sobre todo entre los rusos, cuyo pueblo no ha probado jamás en su historia un solo decenio de libertad), y también gente que prefiere resignarse y entregarse a una tiranía que los libra de pensar y los obliga a actuar de cierta manera uniforme, sin la responsabilidad de tener que pensar y decidir por sí mismos. Pero cuando los humanos más lúcidos perciben las ventajas de una vida libre, educada, en la que nuestras capacidades y talentos se pueden desarrollar y expresar, vamos a preferir siempre los lugares donde esto ocurre.Enseñar y predicar la libertad de expresión, de pensamiento, de movimiento, la libertad sexual o religiosa, no es provocar a un déspota que niega todo lo anterior, pero sí es mostrarles a los sometidos y a los sumisos que otra vida, libre existe y no es imposible de alcanzar.


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