Los siete maridos de Evelyn Hugo - Taylor Jenkins Reid

 

Los siete maridos de Evelyn Hugo | Taylor Jenkins Reid

Sinopsis 

Evelyn Hugo, el ícono de Hollywood que se ha recluido en su edad madura, decide al fin contar la verdad sobre su vida llena de glamour y de escándalos. Pero cuando elige para ello a Monique Grant, una periodista desconocida, nadie se sorprende más que la misma Monique. ¿Por qué ella? ¿Por qué ahora? Monique no está precisamente en su mejor momento. Su marido la abandonó, y su vida profesional no avanza. Aun ignorando por qué Evelyn la ha elegido para escribir su biografía, Monique está decidida a aprovechar esa oportunidad para dar impulso a su carrera. Convocada al lujoso apartamento de Evelyn, Monique escucha fascinada mientras la actriz le cuenta su historia. Desde su llegada a Los Ángeles en los años 50 hasta su decisión de abandonar su carrera en el espectáculo en los 80 y, desde luego, los siete maridos que tuvo en ese tiempo.

Crítica

Este libro llegó a nuestro nido gracias a la insistencia de las redes. Lo veíamos hasta en la sopa: en Instagram, TikTok, por colegas lectores que hablaban maravillas… y luego, de repente, desapareció sin más, como suele pasar con los títulos que explotan por moda. Esa desaparición silenciosa nos picó la curiosidad —porque como quizás ya habéis notado, no somos muy de seguir las modas, salvo en unas pocas y contadas ocasiones. Y bueno, decidimos darle una oportunidad a este libro que causó tanto revuelo. 

Lo que encontramos nos gustó más de lo que esperábamos. Evelyn es la clase de protagonista que nos encanta: fuerte, determinada, llena de claroscuros, contradictoria y profundamente humana. Es ambiciosa, sí. También manipuladora, pero siempre consciente de lo que está sacrificando por mantenerse en pie en un sistema que fue diseñado para silenciarla.

Desde las primeras páginas nos atrapó ese retrato del Hollywood clásico, ese mundo que tantas veces idealizamos pero que aquí se muestra en carne viva: racista, sexista, superficial. Nos llamó especialmente la atención cómo Evelyn, siendo una mujer latina, tuvo que borrar sus raíces para poder encajar en el molde de la mujer americana perfecta. Se tiñó el cabello, se corrigió los dientes, aprendió a hablar sin acento. Todo para evitar quedar encasillada en el rol de criada o amante exótica. Pero su gracia, sus curvas, su carisma… todo eso no se podía ocultar. Y nos pareció imposible no trazar un paralelo con el cine actual, que si bien es más abierto —con personajes no binarios, mujeres afro, diversidad de cuerpos y orígenes—, aún arrastra el mismo sistema de apariencias que Evelyn enfrentó. Aunque sea un personaje ficticio, la historia que representa es muy real.

La narrativa —a medio camino entre entrevista y biografía— está tan bien estructurada que se siente casi como ver una película antigua. La voz de Evelyn es poderosa, seductora, con una verdad que incomoda pero que engancha. Hay glamour, secretos, heridas y amores que no se pueden gritar. Y es ahí donde realmente brilla la novela: en el trasfondo emocional, en el precio de ser fiel a una misma, incluso cuando todo está en contra.

Los siete maridos son más que un número o un gancho comercial. Son capas de su historia. Reflejos de lo que fue, de lo que fingió ser, de lo que la industria le exigía, y también del amor —el real y el que se disfraza.

Y hablando de personajes, no podemos dejar por fuera a Monique, la periodista que acompaña a Evelyn y que funciona como un contraste perfecto. Ella es como un polo a tierra: representa a las personas "normales", más reales, con una vida marcada por decisiones, dudas laborales, problemas familiares, sueños postergados. En algunos momentos empatizamos mucho con ella, especialmente por su relación con su padre y su madre, y por ese malestar silencioso que siente en su trabajo. Pero también es cierto que por ratos se nos hizo pesada su trama, queríamos volver a Evelyn, al brillo, al drama. Lo achacamos más al magnetismo del chisme y la atmósfera envolvente de Hollywood que al personaje en sí. Y quizás ahí esté el punto: Monique se parece tanto a la vida real, que duele un poco, que no impacta como lo hace Evelyn. Pero eso no le quita mérito.

Ahora bien, siendo honestas: le damos 4 de 5 estrellas. Porque aunque la historia tiene fuerza, y Evelyn Hugo se gana un lugar entre los personajes femeninos memorables, no es un libro que volveríamos a leer ni uno que conservaríamos por años en nuestra estantería.

Y parte de eso tiene que ver con su título: si bien llama la atención —porque, admitámoslo, una mujer con siete maridos despierta todo tipo de intrigas—, también juega en contra como un arma de doble filo. Desde el inicio sabemos que serán siete, y eso condiciona la lectura: nos descubrimos esperando el final de cada relación para conocer al siguiente esposo, y así sucesivamente, casi como una cuenta regresiva que nos aleja un poco de la profundidad emocional que podría haber tenido cada vínculo.

A esto se suma que el desenlace se vuelve cada vez más evidente, lo que le resta fuerza a un final que —de haber llegado con más sorpresa o sutileza— nos habría dejado una marca más profunda.

Un aspecto que nos pareció especialmente valioso es cómo la novela desmonta esa imagen de ensueño del cine. Nos recuerda que detrás del brillo de los reflectores y los vestidos de diseñador, hay personas. Seres humanos que sienten, sangran, se enferman y finalmente mueren. Hollywood, como industria, es un negocio de ilusiones, y quien realmente triunfa no siempre es quien tiene más talento o integridad, sino quien sabe vender la historia que el mundo quiere creer. Porque al final, solo vemos la vitrina iluminada de una tienda perfecta, no la bodega en penumbra donde se dan los juegos de poder, las traiciones y los sacrificios.
Todo esto nos hizo reflexionar sobre las celebridades reales de hoy: ¿Cuánto de su verdad nos dejan ver realmente? ¿Estamos viendo una persona… o solo la punta de un iceberg cuidadosamente moldeado para el consumo masivo?

Y ya que estamos siendo sinceras: nos parece que últimamente muchas editoriales publican libros con la mira puesta en la inmediatez, no en la permanencia. Historias hechas para el hype, que venden en masa por unos meses pero luego se olvidan en las estanterías, eclipsadas por el siguiente fenómeno del momento. Por eso, nos alegra haber dejado pasar el tiempo con este libro. Porque desde esa distancia, podemos rescatar historias que, aunque no sean joyas literarias, sí merecen ser rescatadas del rincón lleno de polvo en el que quedaron.

En resumen: una lectura ágil, con buena crítica social, representación LGBTQ+, una protagonista inolvidable y muchas preguntas incómodas sobre fama, verdad y poder. Vale la pena leerla al menos una vez, especialmente si te gustan los dramas con fondo feminista y toques de Hollywood clásico. Pero si buscas una historia que te acompañe durante años… quizás no sea esta.



Apartados

Tengo treinta y cinco años. Hace más de una década que escribo. Quiero escribir un libro algún día. Quiero elegir las notas que hago. Quiero llegar a ser el nombre más buscado cuando llama alguien como Evelyn Hugo. Y aquí, en Vivant, no están aprovechándome. Si voy a llegar  a donde quiero,  alguien tiene que cambiar. Alguien tiene que apartarse del camino. Y tiene que ser rápido, porque esta maldita carreras es lo único que tengo. Si quiero que las cosas cambien, tengo que cambiar mi modo de hacer las cosas. Tal vez drásticamente.

- Cuando uno quiere abarcar demasiado desde el comienzo, resulta obvio que no sabe lo que hace.

Mi madre me enseñó a ser amable, recatada. Hace tiempo que soy de la idea de que la urbanidad es sumisión. Pero esa clase de amabilidad no me ha llevado muy lejos. El mundo respeta a las personas que se creen capaces de gobernarlo.

Una vez leí que el carisma es << encanto que inspira devoción>>

Evelyn parece divertirse tanto con esto, parece deleitarse tanto al verme emocionada, que me doy cuenta de que esto es, al menos parte, un juego de poder. Le gusta ser displicente respecto de cosas que le cambiarían la vida a otra persona ¿Acaso no es esa la definición del poder? ¿Observar cómo los demás se matan por algo que para uno no significa nada?

Entonces hazte un favor y aprende a tomar la vida por las pelotas, querida. No te esfuerces tanto en hacer lo correcto cuando resulta tan dolorosamente obvio cuál es la decisión inteligente.

Cuando te dan una oportunidad de cambiar tu vida, debes estar dispuesta a hacer lio que sea con tal de lograrlo. El mundo no te da cosas: tú debes tomarlas. Si vas a aprender algo de mí, probablemente debería ser eso.

Hollywood tiene algo: es un lugar, pero también un sentimiento. Si huyes allí, puedes dirigirte hacia el sur de California, donde siempre brilla el sol y hay palmeras y naranjos en lugar de edificios sucios y aceras llenas de mugre. Pero también huyes hacia la vida tal como la muestran las películas.

Huyes hacia un mundo que es moral y justo, donde los buenos ganan y los malos pierde,  donde el dolor al que te enfrentas solo es un esfuerzo que te hará más fuerte, para que al final tu victoria sea aún mayor.

Si disfrutar el sexo significa que sea placentero, entonces he tenido mucho sexo que no disfruté. Pero si lo definimos como quedar conformes con lo que conseguimos a cambio, no fueron muchas ocasiones las que detesté.

A veces pienso que la diferencia entre una actriz y una estrella es que la estrella se siente cómoda al ser exactamente lo que el mundo quiere que sea. Y no me sentía cómoda aparentando inocencia y sugestión.

Muchos ven una flor hermosa y corren a cortarla. Quieren tenerla en la mano, poseerla. Quieren que la belleza de la flor sea suya, tenerla en su poder, bajo su control. Don no era así. Al menos, no al principio. Don se conformaba con estar cerca de la flor, mirarla, con apreciar, simplemente cómo era la flor.

Y eso es lo que tiene casarse con alguien así, con alguien como Don Adler en aquel entonces. Tú le dices: << Esa cosa preciosa que hasta ahora te conformaste con apreciar, ahora es tuya>>.

Cuídate de los hombres que necesitan demostrar algo.

-  Me miré al espejo, y vi que, sin ninguna duda, era hermosa. Pero eso no significaba que alguien me amara.

Eso es algo que todos deberían saber sobre las estrellas. Nos gustan que nos digan que nos adoran, y que lo repitan.

Nunca dejes que nadie te haga sentir común y corriente.


Me dijo que quería trabajar en cosas que lo hicieran sentir vivo. Y agregó: << Tú también debes hacer eso, Monique. Cuando seas mayor. Debes buscar un trabajo que te haga sentir que tu corazón es grande, no pequeño.

- Celia, si vas a ser tan importante como obviamente quieres llegar a ser, tienes que aprender dos cosas.
- ¿Cuáles son?
- Primero, debes transgredir los límites de la gente y no sentirte mal por ello.
Nadie va a darte nada si no lo pides. Hiciste el intento. La respuesta fue no. Supéralo.
- ¿Y el segundo?
- Cuando uses a la gente, hazlo bien.

La gente piensa que la intimidad tiene que ver con el sexo.
Pero tiene que ver con la verdad.
Cuando te das cuenta de que puedes contarle tu verdad a alguien, cuando puedes mostrarte a alguien, cuando te desnudas delante de alguien y su respuesta es <<Conmigo estás a salvo>>. Eso es intimidad.

Las mujeres que coleccionaban joyas poco comunes parecían iguales a los hombres que estaban desesperados por tener una noche conmigo. Para ellos, el mundo no era más que objetos: lo único que querían era poseer.

Harry era como yo. Se dedicaba al cine por la gloria. Porque lo mantenía ocupado, importante, con la mente ágil.
Harry, como yo, se había dedicado al cine por el ego. 
Y los dos teníamos la suerte de haber encontrado en él nuestra humanidad, aunque aparentemente de manera inesperada.

Nadie anda por ahí arrojando la cautela al viento a menos que el viento sople a su favor.

Entonces, ¿soy una puta o no?
-¿Quién sabe?-dijo- Todos los somos, en realidad, de un modo u otro. Al menos, en Hollywood. Mira, por algo ella es Cecilia Saint James. Hace años que viene haciendo ese papel de chica buena. Los demás no somos tan puros. Pero a mí me gustas así. Me gustas impura, brava y temible. Me gusta la Evelyn Hugo que ve el mundo tal como es y sale a arrancarle lo que quiere de él. Así que, llámalo como quieras, pero no cambies. Esa sería la verdadera tragedia.

No sabes cuánto has estado corriendo, lo mucho que has estado trabajando y lo agotada que estás, hasta que alguien se para detrás de ti y te dice: "Tranquila, ahora puedes caerte. Yo te sostengo".
Así que me caí.

Hay cierta libertad en el hecho de casarte con un hombre cuando no tienes que esconder nada.

Hay algo que debes saber sobre los ricos: siempre quieren ser más ricos. Nunca se aburren de ganar más dinero.

Así somos las estrellas de cine. Todas nos apagamos con el tiempo, sí. Somos humanas y tenemos defectos, como cualquiera. Pero somos las elegidas porque somos extraordinarias. Y nada le gusta más a una persona extraordinaria que otra personas extraordinaria.

Tú, precisamente, deberías saber que no se puede conocer el verdadero carácter de una persona cuando los dos quieren lo mismo. Es como si un perro y un gato se llevaran bien porque los quieren matar al ratón.

Creo que, cuando se trata de una can causa, la gente puede ser útil de diversas maneras. Yo siempre pensé que mi manera consistía en ganar mucho dinero y luego canalizarlo había los grupos que lo necesitaran. Es una lógica un tanto egoísta, lo sé. Pero por ser yo quien era, por los sacrificios que hice para ocultar ciertas partes de mí, pude dar más dinero que el que la mayoría de la gente llega a ver en toda su vida. Estoy orgullosa de eso.

-Las relaciones son complejas- explica Evelyn- Las personas son caóticas, y el amor puede volverse muy desagradable. Siempre prefiero errar hacia el lado de la compasión.

Los hombres lo hacen por placer. Eso es lo que nos dice nuestra cultura.
La idea de que se me mostrara disfrutando mi cuerpo, de que deseara la forma masculina con la misma intensidad con que yo era deseada, de mostrar a una mujer dando prioridad a su propio placer físico... me pareció audaz.

La culpa es un sentimiento con el que nunca me he llevado bien. Me sucede que, cuando llega, trae consigo un ejército. Cuándo me siento culpable por una cosa, empiezo a ver todas las otras cosas por las que debería sentir culpa.

-Hay una diferencia entre sexualidad y sexo. Yo usé el sexo para conseguir lo que quería. El sexo no es más que un acto. La sexualidad es una expresión sincera de deseo y placer. Eso siempre lo reservaba para Celia.

El problema era que yo usaba mi cuerpo para conseguir otras cosas que quería y no dejé de hacerlo, ni siquiera por ella. Esa es mi tragedia. Que usé mi cuerpo cuando era lo único que tenía, y después seguí usándolo a pesar de tener otras opciones. Seguí usándolo a pesar de saber que haría daño a la mujer a la que amaba.

Creo que ser una misma, sin esconder nada, siempre será como nadar contra la corriente.

Esto es lo que tiene la furia.
Empieza en el pecho.
Empieza como miedo.
El miedo pronto se transforma en negación. No, tiene que ser un error. No, no puede ser.
Y entonces llega la verdad. Sí, tiene razón. Sí, puede ser.
Porque te das cuenta: Si, es verdad.
Y entonces puedes elegir: ¿Estás triste o enfadada?

-Nadie merece nada- dice Evelyn- Simplemente es cuestión de quién está dispuesto a salir a conseguir lo que quiere. Y tú, Monique, eres una persona que ha demostrado estar dispuesta a salir a conseguir lo quieres. Así que sé sincera. No hay víctimas ni vencedores. Todos estamos en algún punto entre esos extremos. La gente que se proyecta como una cosa o la otra no solo se engaña a sí misma, sino que además es dolorosamente poco original.

Una buena madre, no es necesario que estés bien; una buena madre se esfuerza en estar bien por ti. Y si mi madre siempre ha sido una buena madre, una madre excelente.

Cuando se busca un poquito por debajo de la superficie, todo el mundo tiene un amor que es original, interesante, lleno de matices y difícil de definir.

Diles que a Evelyn Hugo no le importa si todos se olvidan de su nombre. A Evelyn Hugo no le importa si todos se olvidan de que alguna vez vivió.

Mejor aún, recuérdales que Evelyn Hugo nunca existió. Fue una persona que yo inventé para ellos. Para que me quisieran. Diles que, durante mucho tiempo, estuve confundida con respecto a lo que era el amor. Diles que ahora lo entiendo, y que ya no necesito el amor de ellos.

Diles: «Lo único que quiere Evelyn Hugo es irse a casa. Es hora de que se reúna con su hija, con su amante, con su mejor amigo y con su madre».

Diles que Evelyn Hugo les dice adiós.

Cuando escribas el final, Monique, asegúrate de que el lector entienda que lo único que siempre he buscado ha sido una familia. Que quede claro que la encontré. Que sepan que sufro por haberla perdido.

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