Crepúsculo - Stephenie Meyer

Crepúsculo: un amor peligroso | Stephanie
Meyer


Sinopsis 

Hay tres cosas de las que estoy completamente segura. Primera Edward es un vampiro.
Segunda, una parte de él se muere por beber mi sangre y tercera estoy total y perdidamente enamorada de él. 

Crítica

La trascendencia de un fenómeno adolescente: Revisitando Crepúsculo

Hay obras que, en ciertas etapas de nuestras vidas, adquieren una profunda trascendencia. Gracias a ellas, forjamos un acervo cultural y un respeto tan grande que las ubicamos en un sitio especial, aquel que no permitimos que nadie toque. No obstante, con el transcurrir de los años, conforme el volumen envejece y surgen nuevas tendencias que nos invitan a reconsiderarlo, lo relegamos poco a poco hasta que ocupa el rincón más insignificante en el corazón de nuestra colección.

Este es, precisamente, el caso de esta saga. Para quienes leímos la serie de Crepúsculo en nuestra adolescencia, este primer ejemplar significó un hito, un cambio radical; una transformación tan drástica como la que se produjo con la extinción de los dinosaurios, si se me permite una hipérbole. Así solíamos exagerar nuestros gustos literarios de aquella época, especialmente entre las chicas, quienes lo devoraban como si fuese la Biblia. Los chicos, por su parte, lo padecieron al tener que subir la vara una vez más ante un fenómeno que definió a una generación de mujeres, pegadas cual imán a las páginas de dicho libro.

La primera vez que leímos Crepúsculo teníamos quizás unos quince años, pero ahora, en la treintena, la perspectiva es diferente. No es solo la edad; es el tiempo, quizás, lo que ha erosionado más que sumado a su valor, aunque la esencia se mantenga. Se revela como un libro más para pasar el rato, y es que en estos momentos de parón lector, su ligereza y narrativa desenfadada —que no invitan a la reflexión profunda— resultan atractivas. A ello se suma, claro está, la innegable curiosidad del lector por reencontrarse con una lectura familiar. Es en este contexto donde he retomado sus páginas. Si buscan una crítica exhaustiva o esperan a otro detractor, les ruego que se abstengan; ese no es mi propósito. Mi intención es, simplemente, conversar con una antigua compañía literaria. Esa que, más que desconocida, se asemeja a esos viejos conocidos de los que se escuchan rumores, pero que ya no dejan una huella profunda. Ni en el ánimo ni en la memoria de esta observadora, quizás ya algo más madura y escéptica.

La narrativa de Edward y Bella: Entre cánones y rupturas

La historia de Edward y Bella, si bien cumple con cánones tan antiguos como la humanidad, también fue una ruptura en su época. No era una novela de romance más que derivara en la predecible historia erótica; por el contrario, nos transportaba al ideal adolescente de la lealtad y la tensión sexual incipiente. Con su mezcla sobrenatural, la novela nos sumerge en un paraje misterioso y alejado de la mano de Dios: Forks, un pueblecito de mala muerte ubicado en la península de Olympic, cuyos confines encierran dos historias sobrenaturales disímiles y a la vez atrayentes para la mente juvenil: historias sobre vampiros y licántropos.

Otro punto a favor para la época es que muchas chicas podían sentirse identificadas con Bella Swan, una chica del montón, patética, con la autoestima por los suelos, y claramente no la reina del instituto que destacaba en todo. Ella era una mortal más que buscaba autodefinirse y encontrar su lugar en el mundo. Su contraparte, en cambio, era quien llamaba la atención sobre sí mismo, el chico rico torturado por su legado maldito. Una pareja que, si bien en un principio, según la propia autora, intentaban ser el reflejo de otra famosa pareja literaria como Darcy y Elizabeth Bennet, no lograron el mismo impacto, aunque sí se vislumbraba la intención.

La relación entre ambos personajes, si bien desde una perspectiva actual puede parecer insana por la clara dependencia de la protagonista principal y el autoritarismo del personaje masculino, también es una forma de ver aquel deseo extraño e incomprendido de ser protegido por algo o alguien. Un anhelo tan primitivo que se encuentra tanto en hombres como en mujeres, pero que en el libro es descrito principal y únicamente para la sección femenina. Después de todo, para este sector fue dirigido todo el marketing de la época; ¿o quién no se acordará por allá en el 2001 de los corrillos Team Edward y Team Jacob, que luego se desdibujaron hasta dejarnos una risa burlona en el rostro y un momento de vergüenza para otros?

Detalles de la novela: Narrativa, personajes y subtramas

Bueno, centrémonos en la novela. Su narrativa es sencilla, no deja mucho a la imaginación y, en algunos momentos, llega a ser bastante monótona y repetitiva, especialmente porque hay escenas de las que podríamos prescindir o que, en definitiva, son tan rudas como una tabla sin pulir. Pero, una vez superado esto, encontramos personajes que llegan a captar interés por su historia. Claro está, se destaca en segundo plano la tribu indígena los Quileute, que nos adelantó por el momento que tras esa historia iba a haber más de un libro y cuyos personajes representativos son el viejo Billy Black y su hijo Jacob.

Después de la historia de los lobos, por supuesto, encontramos a los protagonistas de la serie de libros: los mismos vampiros con su intrincado modo de moverse por el mundo, divididos en dos, los "vegetarianos" y aquellos que conocemos de toda la vida, los monstruos pálidos que recorren las leyendas y los mitos de otras obras, y cuya espeluznante forma de vida le pone la piel de gallina a más de uno. En este caso, tenemos a unos vampiros más bien advenedizos, extrañas criaturas que se niegan a sí mismos, pero que en particular son los "buenos": la familia Cullen. Un grupo de disímiles seres que se aúnan bajo un mismo techo gracias al beneplácito del patriarca, el doctor Cullen, un vampiro que descubrió un segundo camino que recorrer en la larga noche de la eternidad.

La familia Cullen tiene varias aristas por explotar, y si bien cada uno de los personajes no se ve tan bien definido en el primer libro, sí nos permite avizorar subrepticiamente la historia de cada uno de sus miembros, siendo para mí la que aún más me ha interesado y que no cambia ni un ápice de curiosidad, la historia de Alice y Jasper. Una pareja que, desde mi punto de vista, vale más la pena que la historia de los protagonistas principales, pero bueno, ya la puntada estaba echada, y la historia tenía su camino que seguir.

La historia de amor, porque no la podemos definir de otra forma, está servida fría en la mesa desde el primer momento, entre las quejas y berrinches de Bella y los pensamientos atormentados del otro. Son una pareja tal para cual, y si bien en ciertos momentos se nota la diferencia de edad entre los protagonistas, se ve también el porqué se atraen como imanes más que la misma sangre que recorre las venas de la protagonista.

La narración y las escenas de acción son, en realidad, una continuación de sucesos rápidos y fugaces que te permiten seguir el itinerario de cualquier adolescente: las excursiones a la playa, los bailes, las cenas en la ciudad con las amigas o, en este caso, con el prospecto a pareja. Y, claro, también la embarazosa situación de la presentación del novio o novia a la familia. Más allá del caso, sigue la especulación y la fantasía, como la iluminación a lo bola de disco en el prado por parte de un Edward desaforado por demostrar de una manera menos sutil la criatura que es a una cándida Bella, y el espectacular juego de béisbol en la tormenta que termina en el caos del escape y una escena de acción que no termina de cuajar, pero que da el toque dramático a la escena.

La perdurable huella de Crepúsculo

Crepúsculo en sí, por muchos inconvenientes "actuales" que le queramos achacar, es quizás uno de los pocos libros adolescentes que prevalece en el ánimo juvenil. Por muy errada que su ética sea, por muy puritano como lo queramos llamar hoy en día o por muy estúpido que suene, es quizás uno de los libros que, a mi parecer, marcó en esencia una generación. Y no me malinterpreten, porque muchos lo hemos llegado a superar, pero sigue siendo uno de esos libros que, a lo sumo, nos logrará sacar una sonrisa y un tema de conversación cuando el silencio de la noche se nos haga pesado. Nos evoca los recuerdos, las tristezas de nuestra adolescencia, las historias vergonzantes de nuestros primeros amoríos y, claro está, también la misma curiosidad anodina que no nos abandona por lo sobrenatural, aquello que muchos lectores sentimos y no podemos explicar.

La historia de Bella y Edward en este primer libro solo son las peripecias de unos adolescentes: uno detenido en el tiempo y la otra con un deseo que raya en la extraña curiosidad y la necesidad de ser protegida y de proteger un amor que, puede describirse como el de un solo verano, y que busca perdurar un crepúsculo más.




Apartados

- [9] Con la respiración contenida, contemplé fijamente los ojos oscuros del cazador al otro lado de la gran habitación. Éste me devolvió la mirada complacido. Seguramente, morir en lugar de otra persona, alguien a quien se ama, era una buena forma de acabar. Incluso noble. Eso debería contar algo. 

-[28] ¡Qué nombres tan raros y anticuados!, pensé. Era la clase de nombres que tenían nuestros abuelos, pero tal vez estuvieran de moda aquí, quizá fueran los nombres propios de un pueblo pequeño. Entonces recordé que mi vecina se llamaba Jessica, un nombre perfectamente normal. Había dos chicas con ese nombre en mi clase de Historia en Phoenix. 

-[85] Vale, de acuerdo. Podía dejarlo tranquilo. Lo dejaría solo. Soportaría la sentencia que me había impuesto a mí misma aquí, en el purgatorio; luego, si Dios quería, alguna universidad del sudeste, o tal vez Hawái, me ofrecería una beca. Concentré la mente en playas soleadas y palmeras mientras terminaba las enchiladas y las metía en el horno. 

-[98] -¿Qué pasaría si no fuera un superhéroe? ¿Y si fuera el chico malo?-sonrió jovialmente, pero sus ojos eran impenetrables. -Oh, ya veo-dije. Algunas de las cosas que había dicho encajaron de repente. -¿Sí?

De pronto, su rostro se había vuelto adusto, como si temiera haber revelado demasiado sin querer. -¿Eres peligroso?

Era una suposición, pero el pulso se me aceleró cuando, de forma instintiva, comprendí la verdad de mis propias palabras. Lo era. Me lo había intentando decir todo el tiempo. Se limitó a mirarme, con los ojos rebosantes de alguna emoción que no lograba comprender. 

-[121] -¿Has visto alguna vez una fogata de madera varada en la playa?-me preguntó Mike. Me sentaba en un banco de color blanquecino. En el otro extremo se congregaban las demás chicas, que chismorreaban animadamente. Mike se arrodilló junto a la hoguera y encendió una rama pequeña con un mechero. -No- reconocí mientras él lanzaba con precaución la rama en llamas contra el tipi. - Entonces, te va a gustar...Observa los colores. Prendió otra ramita y la depositó junto a la primera. Las llamas comenzaron a lamer con rapidez la leña seca. -¡Es azul!- exclame sorprendida. -Es a causa de la sal. ¿Precioso verdad? 

-[122] Después de media hora de cháchara, algunos chicos quisieron dar una caminata hasta las marismas cercanas. Era un dilema. Por una parte, me encantaban las pozas que se forman durante la bajamar. Me han fascinado desde niña; era una de las pocas cosas que me hacían ilusión cuando debía venir a Forks, pero, por otra, también me caía dentro un montón de veces. No es un buen trago cuando se tiene siete años y estás con tu padre. Eso me recordó la petición de Edward, de que no me cayera al mar. 

-[125] A los pocos minutos. Angela se fue con los paseantes y Jacob acudió andando despacio para sentarse en el sitio libre que aquélla había dejado a mi lado. A juzgar por su aspecto debería tener catorce, tal vez quince años. Llevaba el brillante pelo largo recogido con una goma elástica en la nuca. Tenía una preciosa piel sedosa de color rojizo y ojos oscuros sobre los pómulos pronunciados. Aún quedaba un ápice de la redondez de la infancia alrededor del mentón. En suma, tenía un rostro muy bonito. Sin embargo, sus primeras palabras estropearon aquella impresión positiva. 

-[130] -Era el jefe de la tribu, como mi padre. Ya sabes, los fríos son los enemigos naturales de los lobos, bueno, de los lobos en realidad, sino de los lobos que se convierten en hombres, como nuestros ancestros. Tú los llamarías licántropos. 

-[135] Una vez en mi habitación, cerré la puerta. Registré el escritorio hasta encontrar mis viejos audífonos y los conecté a mi pequeño reproductor de CD. Elegí un disco que Phil me había regalado para Navidad. Era uno de sus grupos predilectos, aunque, para mi gusto, gritaban demasiado y abusaban un poco del bajo. Lo introduje en el reproductor y me tendí en la cama. Me puse los auriculares, pulsé el botón play y subí el volumen hasta que me dolieron los oídos. Cerré los ojos, pero la luz aún me molestaba, por lo que me puse una almohada encima del rostro. 

-[139] (…) Entonces encontré un sitio prometedor: "Vampiros, de la A a la Z". Esperé con impaciencia a que el navegador cargara la página, haciendo clic rápidamente en cada anuncio que surgía en la pantalla para cerrarlo. Finalmente, la pantalla estuvo completa: era una página simple con fondo blanco y texto negro, de aspecto académico. La página de inicio me recibió con dos citas. 

No hay en todo el vasto y oscuro mundo de espectros y demonios ninguna criatura tan terrible, ninguna tan temida y aborrecida, y aun así aureolada por una aterradora fascinación, como el vampiro, que en sí mismo no es espectro ni demonio, pero comparte con ellos su naturaleza oscura y posee las misteriosas y terribles cualidades de ambos. Reverendo Montague Summers. 

Si hay en este mundo un hecho bien avalado, ése es el de los vampiros. No le falta de nada: informes oficiales, declaraciones juradas de personajes famosos, cirujanos, sacerdotes y magistrados. Las pruebas judiciales son de lo más completas, y aun así, ¿hay alguien que crea en vampiros? Rousseau. 

-[141] Exasperada, apagué el botón de encendido del ordenador sin esperar a cerrar el sistema operativo correctamente. Sentí una turbación aplastante a pesar de toda mi irritación. ¡Todo aquello era tan estúpido! Estaba sentada en mi cuarto rastreando información sobre vampiros. ¿Qué era lo que me sucedía? Decidí que la mayor parte de la culpa estaba fuera del umbral de mi puerta, en el pueblo de Forks, y, por extensión, en la húmeda península de Olympic. 

-[142] El sendero se adentraba más y más en el corazón del bosque, incluso puedo aventurar que casi siempre rumbo Este. Serpenteaba entre los abetos y las cicutas, entre los tejos y los arces. Tenía leves nociones de los árboles que había a mi alrededor, y todo cuanto sabía se lo debía a Charlie, que me había ido enseñando sus nombres desde la ventana del carro patrulla cuando yo era pequeña. A muchos no los identificaba y de otros no estaba del todo segura porque estaban casi cubiertos por parásitos verdes. 

-[143] Allí, entre los árboles, resultaba mucho más fácil creer en los disparates de los que me avergonzaba dentro de la casa. Nada había cambiado en aquel bosque durante miles de años, y todos los mitos y leyendas de mil países diferentes me parecían mucho más verosímiles en medio de aquella calima verde que en mi despejado dormitorio. 

-[144] ¿Podían ser vampiros los Cullen? Bueno, era algo. Y lo que empezaba a tomar forma delante de mis ojos incrédulos excedía la posibilidad de una explicación racional. Ya fuera uno de los fríos o se cumpliera la teoría del superhéroe, Edward Cullen no era...humano. Era algo más. Así pues...tal vez. Ésa iba a ser mi respuesta por el momento. Y luego estaba la pregunta más importante. ¿Qué iba a hacer si resultaba cierto? 

-[146] Ésa había sido siempre mi forma de ser. Adoptar decisiones era la parte que más me dolía, la que me llevaba por la calle de la amargura. Pero una vez que tomaba la decisión, me limitaba a seguirla...Por lo general, con el alivio que daba el haberla tomado. A veces, el alivio se teñía de desesperación, como cuando resolví venir a Forks, pero seguía siendo mejor que pelear con las alternativas. Era ridículamente fácil vivir con esta decisión. Peligrosamente fácil. 

-[153] Decidí matar una hora con alguna lectura que no estuviera relacionada con las clases. Tenía una pequeña colección de libros que me había traído a Forks. El más gastado por el uso era una recopilación de obras de Jane Austen. Lo seleccioné y me dirigí al patio trasero. Al bajar las escaleras tomé un viejo edredón roto del armario de la ropa blanca. 

-[160] (…) Les dije que me reuniría con ellas en el restaurante en una hora, ya que quería buscar una librería. Ambas se mostraron deseosas de acompañarme, pero las animé a que se divirtieran. Ignoraban lo mucho que me podía abstraer cuando estaba rodeada de libros, era algo que prefería hacer sola. 

-[161] (…) Caminaba sin saber adónde iba porque luchaba contra la desesperación, intentaba no pensar en él con todas mis fuerzas y, por encima de todo, pretendía acabar con mis esperanzas para el viaje del sábado, temiendo una decepción aún más dolorosa que el resto. Cuando alcé los ojos y vi un Volvo plateado parqueado en la calle todo se me vino encima. Vampiro estúpido y voluble, pensé. 

-[179] Nunca antes había intentando mantener con vida a alguien en concreto, y es mucho más problemático de lo que creía, pero eso tal vez se deba a que se trata de ti. La gente normal parece capaz de pasar el día sin tantas catástrofes. 

-[185] (…) Sólo yo tengo esa facultad, y no puedo oír a cualquiera en cualquier parte. Debo estar bastante cerca. Cuanto más familiar me resulta esa "voz", más lejos soy capaz de oírla, pero aun así, no más de unos pocos kilómetros-hizo una pausa con gesto meditabundo-.Se parece un poco a un enorme hall repleto de personas que hablan todas a la vez. Sólo es un zumbido, un bisbiseo de voces al fondo, hasta que localizo una voz, y entonces está claro lo que piensan...La mayor parte del tiempo no los escucho, y a que puede llegar a distraer demasiado y así es más fácil parecer normal-frunció el ceño al pronunciar la palabra-, y no responder a los pensamientos de alguien antes de que los haya expresado con palabras. 

-[200] Estaba totalmente segura de tres cosas. Primero, Edward era un vampiro. Segunda, una parte de él, y no sabía lo potente que podía ser esa parte, tenía sed de mi sangre. Y tercera, estaba incondicional e irrevocablemente enamorada de él. 

-[229] -Nos entregamos por completo a nuestros sentidos cuando cazamos-habló despacio, a regañadientes-,nos regimos menos por nuestras mentes. Domina sobre todo el sentido del olfato. Si estuvieras en cualquier lugar cercano cuando pierdo el control de esa manera...-sacudió la cabeza mientras se demoraba contemplando malhumorado las densas nubes. 

-[232] Sentía simpatía hacia él. Debe de ser duro ser padre y vivir con miedo a que tu hija encuentre el chico que le gusta, pero aún más duro el estar preocupado de que no sea así. Qué horrible sería, pensé con estremecimiento, si Charlie tuviera la más remota idea de qué era exactamente lo que me gustaba

-[234] El resto del día siguió de forma similar. Me estuvo preguntando cada insignificante detalle de mi existencia mientras me acompañaba a Español, cuando nos reunimos después de Español, toda la hora del almuerzo. Las películas que me gustaban y las que aborrecía; los pocos lugares que había visitado; los muchos sitios que deseaba visitar; y libros, libros sin descanso. 

-[237] Lo más arduo de explicar fue por qué me resultaba tan hermoso aquel lugar y también justificar una belleza que no dependía de la vegetación espinosa y dispersa, que a menudo parecía muerta, sino que tenía más que ver con la silueta de la tierra, las cuencas poco profundas de los valles entre colinas escarpadas  y la forma en que conservaban la luz del sol. Me encontré gesticulando con las manos mientras se lo intentaba describir. 

-[237] -Es la hora del crepúsculo- murmuró Edward al mirar el horizonte de poniente, oscurecido como estaba por las nubes. Habló de forma pensativa, como si su mente estuviera en otro lugar lejano. Lo contemplé mientras miraba fijamente a través [238] del parabrisas. Seguía observándolo cuando de repente sus ojos se volvieron hacia los míos. 

-Es la hora más segura para nosotros-me explicó en respuesta a la pregunta no formulada de mi mirada-. El momento más fácil, pero también el más triste, en cierto modo...el fin de otro día, el regreso de la noche-sonrió con añoranza-.La oscuridad es demasiado predecible, ¿no crees? 

-Me gusta la noche. Jamás veríamos las estrellas sin la oscuridad-fruncí el entrecejo-.No es que aquí se vean mucho. 

-[239] Jacob ya había bajado. Su amplia sonrisa era visible incluso en la oscuridad. En el asiento del copiloto se sentaba un hombre mucho mayor, corpulento y de rostro memorable...,un rostro que se desbordaba, las mejillas llegaban casi hasta los hombros, las arrugas surcaban la piel rojiza como las de una vieja chaqueta de cuero. Los ojos, sorprendentemente familiares parecían la mismo tiempo demasiado jóvenes y demasiado viejos para aquel ancho rostro. Era el padre de Jacob, Billy Black. 

-[253] Intuitivamente sabía -y me daba cuenta de que él también lo creía así- que mañana iba a ser un momento crucial. Nuestra relación no podía continuar en el filo de la navaja. Caeríamos a uno u otro lado, dependiendo por completo de su elección o de sus instintos. Había tomado mi decisión, lo había hecho incluso antes de haber sido consciente de la misma y me comprometí a llevarla a cabo hasta el final, porque para mí no había nada más terrible e insoportable que la idea de separarme de él. Me resultaba imposible. 

-[259] -¿Tienes intención de salir de Forks antes del anochecer?

-Un poco de respeto- lo recriminé-, este trasto tiene los suficientes años para ser el abuelo de tu carro. 

-[264] Alcancé el borde de aquel remanso de luz y atravesé la última franja de helechos para entrar en el lugar más maravilloso que había visto en mi vida. La pradera era un pequeño círculo perfecto lleno de flores silvestres: violeta, amarillas y de tenue blanco. Podía oír el burbujeo musical de un arroyo que fluía en algún lugar cercano. El sol estaba directamente en lo alto, colmando el redondel de una blanquecina calima luminosa. Pasmada, caminé sobre la mullida hierba en medio de las flores, balanceándose al cálido aire dorado. Me di media vuelta para compartir con él todo aquello, pero Edward no estaba detrás de mí, como creía. Repentinamente alarmada, giré a mi alrededor [265] en su busca. Finalmente, lo localicé, inmóvil debajo de la densa sombra del dosel de ramas, en el mismo borde del claro, mientras me contemplaba con ojos cautelosos. 

-[266] A la luz del sol, Edward resultaba chocante. No me hubiera acostumbrado ni aunque lo hubiera estado mirando toda la tarde. A pesar de un tenue rubor, producido a raíz de su salida de caza durante la tarde del día anterior, su piel centelleaba literalmente como si tuviera miles de nimios diamantes incrustados en ella. Yacía completamente inmóvil en la hierba, con la camiseta abierta sobre su escultural pecho incandescente y los brazos desnudos centellando al sol. Mantenía cerrados los deslumbrantes párpados de suave azul lavanda, aunque no dormía, por supuesto. Parecía una estatua perfecta, tallada en algún tipo de piedra ignota, lisa como el mármol, reluciente como el cristal. 

-[269]-Soy el mejor depredador del mundo, ¿no es cierto? Todo cuanto me rodea te invita a venir a m: la voz, el rostro, incluso mi olor. ¡Como si lo necesitases! Se incorporó de forma inesperada, alejándose hasta perderse de vista para reaparecer detrás del mismo abeto de antes después de haber circunvalado la pradera en medio segundo. 

-[270] Permanecí sentada sin moverme, temiéndolo como no lo había temido nunca. Nunca lo había visto tan completamente libre de esa fachada edificada con tanto cuidado. Nunca había sido menos humanos ni más hermoso. Con el rostro ceniciento y los ojos abiertos como platos, estaba sentada como un pájaro atrapado por los ojos de la serpiente. 

-[272] -¡No es sólo tu compañía lo que anhelo! Nunca lo olvides. Nunca olvides que soy más peligroso para ti de lo que soy para cualquier otra persona. 

-[273] Edward fue el primero en romper el silencio. -Tal vez no sea la comparación adecuada. Puede que sea muy fácil rehusar el brandy. Quizás debería haber empleado un heroinómano en vez de un alcohólico para el ejemplo. -Bueno ¿estás diciendo que soy tu marca de heroína?- le pregunté para tomarle el pelo y animarlo. Sonrió de inmediato, pareciendo apreciar mi esfuerzo. -Sí, tú eres exactamente mi marca de heroína. 

-[279] -Isabella- pronunció mi nombre completo con cuidado al tiempo que me despeinaba el pelo con la mano libre; un estremecimiento recorrió mi cuerpo ante ese roce fortuito-.No podría vivir en paz conmigo mismo si te causara daño alguno -fijó su mirada en el suelo, nuevamente avergonzado-. La idea de verte inmóvil, pálida, helada...No volver a ver cómo te ruborizas, no ver jamás esa chispa de intuición en los ojos cuando sospechas mis intenciones...Sería insoportable-clavó sus hermosos y torturados ojos en los míos-.Ahora eres lo más importante para mí, lo más importante que he tenido nunca. 

-[280] Nuestras miradas se encontraron y también me reí. Nos reímos juntos de lo absurdo y estúpido de la situación. -Y de ese modo el león se enamoró de la oveja...-murmuró. Desvié la vista para ocultar mis ojos mientras me estremecía al oírle pronunciar la palabra. -¡Qué oveja tan estúpida!-musité. -¡Qué león tan morboso y masoquista! Su mirada se perdió en el bosque y me pregunté dónde estaría ahora sus pensamientos. 

-[285] Cruzó como una bala, como un espectro, la oscura y densa masa de maleza del bosque sin hacer ruido, sin evidencia alguna de que sus pies rozaran el suelo. Su respiración no se alteró en ningún momento, jamás dio muestras de esforzarse, pero los árboles pasaban volando a mi lado a una velocidad vertiginosa, a pocos centímetros de golpearnos. 

-[287] Vaciló...No de la forma habitual, no de una forma humana, no de la manera en que un hombre podría vacilar antes de besar a una mujer para calibrar su reacción e intuir cómo lo recibiría. Tal vez vacilaría para prolongar el momento, ese momento ideal previo, muchas veces mejor que el beso mismo. 

-[292] (…) Suspiró. Luego me miró a los ojos, olvidándose al parecer, y por completo, del camino durante un buen rato. Fuera lo que fuese lo que viera en ellos, debió de animarlo. Clavó la vista en el sol-la luz del astro rey al ponerse arrancaba de su piel un centelleo similar al de los rubíes-y comenzó a hablar. -Nací en Chicago en 1901-hizo una pausa y me miró por el rabillo del ojo. Puse mucho cuidado en que mi rostro no mostrara sorpresa alguna, esperando el resto de la historia con paciencia. Esbozó una leve sonrisa y prosiguió-:Carlisle me encontró en un hospital en el verano de 1918. Tenía diecisiete años y me estaba muriendo de gripe española. 

-[294] -Sí-murmuró-.Rosalie vio algo en sus facciones que le dio la suficiente entereza, y llevan juntos desde entonces. A veces, viven separados de nosotros, como una pareja casada: cuanto más jóvenes fingimos ser, más tiempo podemos permanecer en un lugar determinado. Forks parecía perfecto, de ahí que nos inscribiéramos en el instituto-se echó a reír-.Supongo que dentro de unos años vamos a tener que ir a su boda otra vez. 

-[294] -Eso es verdad. Alice sabe otras cosas, las ve...Ve cosas que podrían suceder, hechos venideros, pero todo es muy subjetivo. El futuro no está grabado en piedra. Las cosas cambian.

-[302] (…) Sonriendo de oreja a oreja, yacía tendido en mi cama con las manos detrás de la nuca y los pies colgando por el otro extremo. Era la viva imagen de la despreocupación. 

-[307] -¿No se supone que debe ser así? El esplendor del primer amor, y todo eso. ¿No es increíble la diferencia existente entre leer sobre una materia o verla en las películas y experimentarla? -Muy diferente-admití-.Y más fuerte de lo que había imaginado. 

-[308]  (…) Y en ese momento -susurró-, pronunciaste mi nombre en sueños. Lo dijiste con tal claridad que por un momento creí que te habías despertado, pero te diste la vuelta, inquieta, musitaste mi nombre otra vez y suspiraste. Un sentimiento desconcertante y asombroso recorrió mi cuerpo. Y supe que no te podía ignorar por más tiempo. 

-[312] -Es una buena pregunta, y no eres la primera en hacerla. El resto, la mayoría de nuestra especie, está bastante satisfecha con nuestro sino...Ellos también se preguntan cómo vivimos. Pero, ya ves, sólo porque nos hayan repartido ciertas cartas no significa que no podamos elegir el sobreponernos, dominar las ataduras de un destino que ninguno de nosotros deseaba e intentar retener toda la esencia de humanidad que nos resulte posible. 

-[331] El ritmo de la música se hizo más pausado hasta transformarse en algo más suave y, para mi sorpresa, entre la profusa maraña de notas, distinguí la melodía de la nana que me tarareaba. -Tú inspiraste está-dijo en voz baja. La música se convirtió en algo de desbordante dulzura. 

-[336] -Carlisle nació en Londres, él cree que hacia 1640. Aunque las fechas no se señalaban con demasiada precisión en aquella época, al menos, no para la gente común, sí se sabe que sucedió durante el gobierno de Cromwell. 

-[362] -Espera...-hizo una pausa-.¿Cuál de ellos es Edwin? 

-Edward es el más joven, el de pelo cobrizo. 

El más hermoso, el más divino..., pensé en mi fuero interno. -Ah, ya, eso está...-se debatía-mejor. No me gusta la pinta del grandote. Seguro que será un buen chico y todo eso, pero parece demasiado...maduro para ti. ¿Y este Edwin es tu novio?

-[420] -Completar la transformación requiere varios días, depende de cuánta ponzoña haya en la sangre y cuándo llegue al corazón. Mientras el corazón siga latiendo se sigue extendiendo, curando y transformando el cuerpo conforme llega a todos los sitios. La conversión finaliza cuando se para el corazón, pero durante todo ese lapso de tiempo, la víctima desea la muerte a cada minuto. 

-[451] He de conceder a su extraño aquelarre que ustedes, los humanos, pueden resultar bastante interesantes. Supongo que observarlos debe de ser toda una atracción. Y lo extraño es que muchos de ustedes no parecen tener conciencia alguna de lo interesante que son. 

-[484] -Eso es lo hermoso de ser humano- me dijo-.Las cosas cambian. 

-[491] -Hay que ver, eres valiente como un león cuando alguien quiere matarte, pero cuando se menciona el baile,,,-sacudió la cabeza. 


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