El niño que perdió la guerra - Julia Navarro
El niño que perdió
la guerra | Julia Navarro
Sinopsis
Crítica
Las guerras y los regímenes dictatoriales han marcado a fuego la historia de la humanidad, no solo por la devastación que dejan a su paso, sino también por las innumerables historias de resistencia y las profundas cicatrices que imprimen en quienes las sobreviven. En este terreno fértil para la literatura, Julia Navarro demuestra su destreza al construir una narración que trasciende fronteras. El niño que perdió la guerra no se limita a explorar los horrores del conflicto, sino que nos sumerge en dos escenarios históricos impactantes: la España franquista y la Rusia de Stalin. Desde estos territorios asfixiados por la represión, el miedo y la violencia, Navarro nos entrega un relato intenso sobre la supervivencia, la identidad y la importancia de preservar nuestra esencia.
Este ha sido nuestro primer acercamiento a la obra de Julia Navarro, y nos ha sorprendido gratamente su narrativa detallada, poco convencional y magistralmente construida. Su forma de desarrollar la historia no solo atrapa, sino que sumerge al lector en un universo donde cada descripción, cada diálogo y cada giro argumental están pensados con precisión para generar un impacto emocional y reflexivo.
La trama sigue a un protagonista, Pablo cuya infancia queda marcada por la decisión de uno de sus progenitores, quien, al saberse del bando perdedor de la Guerra Civil Española y ante la inminente consolidación del régimen franquista, decide enviarlo a la Unión Soviética, condenándolo a la brutalidad del estalinismo. Así, Pablo queda atrapado entre dos de las dictaduras más opresivas del siglo XX, obligado a forjar su destino en un mundo que no le concede tregua. Pero más allá de su historia personal, la novela brilla por la fuerza de sus personajes femeninos, Julia Navarro nos presenta figuras inolvidables como Clara y Anya, dos mujeres atemporales que, a través del arte, luchan por sobrellevar la realidad que les ha tocado vivir. Desde frentes opuestos de la historia, ambas se convierten en faros de luz para Pablo, quien, con su marcada sensibilidad creativa y su incapacidad para "tragar entero" parece condenado a no encajar en ningún régimen totalitario. Su forma de ser lo convierten así en un imán para la desgracia, pero también en un personaje profundamente humano y complejo.
La lucha de Clara por recuperar a su hijo, alejado de ella por decisión de su esposo, se convierte en un conmovedor homenaje a todas aquellas madres que, en medio de la tragedia de la guerra y las decisiones de los hombres, buscan incansablemente a sus hijos. Su amor y perseverancia reflejan la tenacidad de tantas mujeres que, a lo largo de la historia, se han negado a aceptar la pérdida como un destino impuesto.
Otro punto reflexivo lo aporta Borís, el esposo de Anya, un fiel seguidor del régimen estalinista y militar del sistema que, pese a su lealtad inquebrantable, termina siendo víctima de la misma maquinaria que defendía. Su destino es un recordatorio de que, en los regímenes totalitarios, nadie está realmente a salvo, ni siquiera quienes los sirven con devoción. Al final, la novela sugiere que es preferible caer por los propios pensamientos y valores que vivir bajo la sombra de una ideología que, tarde o temprano, acaba devorando a sus propios seguidores.
Uno de los mayores aciertos de la autora es su capacidad para combinar una narración ágil con una profunda carga emocional. A medida que avanzamos en la historia, nos enfrentamos a dilemas morales, traiciones y decisiones imposibles, todo envuelto en una prosa vibrante que nunca pierde riqueza en los detalles. La ambientación es, sin duda, uno de los aspectos más logrados de la novela. La España franquista y la Rusia estalinista no solo funcionan como telón de fondo, sino que se erigen como personajes en sí mismos, moldeando el destino de los protagonistas con su implacable dureza.
Leímos El niño que perdió la guerra cerrando el año, en una época donde todo a nuestro alrededor giraba en un ambiente festivo. No era, en apariencia, el momento ideal para abrir la puerta a una historia cargada de tristeza y dureza. Sin embargo, fue la elección perfecta para iniciar un nuevo año con una racha de grandes lecturas y permitir la reflexión sobre una realidad que se hace cada día más patente, incluso en Colombia.
El niño que perdió la guerra es una novela que emociona, sacude y deja huella. Julia Navarro no solo nos entrega una historia apasionante, sino que también nos invita a cuestionarnos sobre el papel de la memoria, el peso de la identidad y la eterna lucha entre el odio y el perdón. Una lectura imprescindible para quienes buscan literatura que, además de entretener, nos haga pensar y sentir con intensidad.
Apartados
-[11] En aquel tiempo sonreían solo los muertos, deleitándose en su paz, y vagaba ante las cárceles el alma errante de Leningrado. Partían locos de dolor los regimientos de condenados en hilera y era el silbido de las locomotoras su breve canción de despedida.
Nos vigilaban estrellas de la muerte e inocente y convulsa, se estremecía Rusia bajo botas ensangrentadas, bajo las ruedas de negros furgones.
De madrugada vinieron a buscarte. Yo fui detrás de ti como en un duelo...
-[57] ...Dos años había estado ausente y en esos dos años ella había dejado de ser la mujer que él conocía.También Borís había cambiad. No podía ser el mismo la vida no pasa sin dejar huella en cada pliego del alma. De manera que eran dos desconocidos que sin embargo estaban unidos por el matrimonio y por un hijo.
-[76] -¿sabes, Borís?, no podrás convencerme nunca. Tienes miedo.No te lo reprocho.No hay nadie en la Unión Soviética que no lo tenga. Incluso mi padre, que trató a Lenin, tiene miedo ¿Crees que se puede construir algo sobre el miedo? ¿Qué tipo de <<hombre nuevo>> puede resultar del temor? Todos tenemos miedo. Miedo a decir en voz alta lo que pensamos, miedo a que nos señalen como malos comunistas, hasta miedo de que alguien nos denuncie por escuchar música que no sea del agrado de Stalin. Yo también tengo miedo, Borís. Miedo a convertirme en un ser hueco que solo aspire a sobrevivir. Miedo a renunciar a componer mi música y a escribir poemas. Tengo miedo a pensar que este país se ha convertido en una cárcel, pero más miedo me da acostumbrarme a vivir así.
-[151] -¿sabes Anya?, me maravilla el talento que tienes para adornar con música la poesía - dijo Oleg intentando desviar la conversación a un territorio menos amago.
-La música no es un adorno...Las palabras y la música se funden... forman parte de nuestra humanidad- respondía Anya.
-[178] -No importa cuántos de nuestros hijos mueran, lo importante es vencer...vencer...vencer...¿Qué es una vida comparada comparada con la victoria de todo el pueblo? ¿Acaso no estás de acuerdo con la orden 227? ¡Ni un paso atrás!
-Amigo mío, el pueblo lo forman muchas vidas...todas valiosas y necesarias.Pero ya discutiremos otro día mientras jugamos al ajedrez. Ahora, si quieres recuperarte, haz lo que te digo.
-[187] No dejaba de repetirse que Stalingrado se había salvado, la habían salvado hombres como él que combatían sin otro horizonte que el de la propia supervivencia.Los generales desconocían a los hombres a los que mandaban a la muerte.Los soldados eran números, piezas de ajedrez que movían a su antojo en el tablero de la guerra.No les importaba sacrificar a toda una compañía, a cientos de vidas, las que hicieran falta con tal de asegurar un objetivo por irrelevante que fuera.
No, los generales no conocían el olor del miedo, también ignoraban lo que suponía dejar a un amigo tendido en el suelo sin poder pararte a comprobar si estaba vivo o muerto. Avanzar, avanzar, ni un paso atrás.
-[189] - ¿Sabe cómo han sobrevivido esas mujeres? Ellas no han tenido la misma suerte que yo. Soy ingeniera y gracias a quien fue mi padre tengo mi propio lugar en el ejército, pero ellas... Seguramente eran amas de casa, quizá tendrían marido y esos bien pueden ser sus hijos...Cuando comenzó la batalla de Stalingrado que no ha terminado hasta hoy, estas mujeres primero intentaron sobrevivir con dignidad salían a la calle en busca de algo para comer; han perseguido gatos, han matado ratas, han cocinado cualquier cosa que encontraban para que sus hijos no murieran de hambre.Pero cuando ya no había nada que comer han ofrecido lo único que siempre parece tener valor para los hombres: sus cuerpos de mujer dejándose hacer...cuerpos utilizados por hombres como usted, pero también por soldados enemigos.En una ciudad no hay fronteras... a veces tropezaban con un grupo de soldados soviéticos; en otras ocasiones con los boches o los italianos...¿qué mas daba?¿crees que se comportaban mejor unos que otros?Los hombres tienen que sobrevivir porque de su vida depende la victoria y nosotras... nosotras sobrevivimos con lo que tenemos... nos lo arrebatan queramos o no y a veces sin un premio siquiera.
-[275] -No te voy a engañar y además ya nos conocemos bien: nunca he sentido interés especial por las mujeres, pero contigo me siento cómodo, podemos estar en silencio porque ni a ti ni a mí nos gusta malgastar palabras.No, no te diré que estoy enamorado, no sé lo que es eso, pero sé que podemos tener un matrimonio tranquilo, acompañándonos, ayudándonos el uno al otro. Los años pasan y la soledad pesa, Clotilde, no quisiera terminar mis días como uno de esos viejos a los que hasta en el atuendo se les nota la falta de una mano femenina.No te puedo prometer la pasión que no siento, espero que eso no sea importante para ti, pero sí que trataré de ser el mejor de los compañeros.Tampoco siento la necesidad de tener hijos...Espero no decepcionarte con esta declaración.Ella continuó caminando mientras sopesaba las palabras de Enrique.Si iba a asumir un compromiso, mejor saber las condiciones que regirían sus vidas a partir de ese momento.
-[276] Cuando conoció a Agustín había roto con la Iglesia << Son cómplices de la opresión.Convencen a la buena gente de que sean sumisos y acepten su suerte sin rebelarse, les prometen una vida regalada en el cielo, pero no les preocupa que en la tierra vivan en el infierno>>, le repetía su marido.
Ella rompió con su pasado pío por seguir a Agustín convencida de que le asistía la razón, pero Agustín estaba muerto, y además le había arrebatado a su hijo, de manera que no se sentía capaz de negarle a su madre acompañarla a oír misa.Tanto le daba.
-[389] -Pues no, no la tiene. La caricatura es un arte a través del cual se reflexiona y se señalan algunos de los problemas de la propia sociedad.Y, desde luego, Franco es un problemas para España.
-[406] -Los amigos están para los momentos malos, para los buenos sobra gente.Y mi mujer tiene razón, somos familia, de manera que nos afecta directamente lo que sea de Clotilde.
-[412] -Yo también pienso en mí mismo, pero me callo.Y estoy seguro de que Borís, la tía Olga y el abuelo Kamisky también.
-Ese es el problema, Pablo, la renuncia.Millones de personas han renunciado a decir en voz alta lo que piensan porque, si lo hacen, pueden terminar en la Lubianka. Solo está permitido pensar lo que quiere Stalin que pensemos.
-[414] En aquel tiempo sonreían
solo los muertos, deleitándose
en su paz, y vagaba ante las cárceles
el alma errante de Leningrado
Partían locos de dolor los regimientos
de condenados en hilera y era
el silbido de las locomotoras
su breve canción de despedida.
Nos vigilaban estrellas de la muerte,
e, inocente y convulsa, se estremecía Rusia
bajo las botas ensangrentadas, bajo las ruedas de negros furgones.
-[419] -Ya sabes que los autores de los que hablamos, Bulgákov, Bábel, Platónov, Mandelshtam, Marina Tsvetáieve, Pasternak y Anna Ajmátova, mi favorita, están proscritos por la Unión de escritores. Los consideran individualistas, burgueses, egoístas...Algunos han padecido el horror del Gulag... Leerlos es peligroso, es un acto de desacato, de rebeldía, de anti-sovietismo, de anticomunismo.Muchos de los textos y poemas de estos escritores se han salvado de perecer gracias a que fueron memorizados por sus amigos y trasladados a los samizdat, las copias clandestinas, pero buena parte de su obra no la conoceremos nunca porque la han destruido.
-¿Por qué?
-Por que el <<hombre nuevo>> que quieren crear no debe pensar, su misión es obedecer y dejarse guiar por el partido. Los intérpretes del Partido son quienes gobiernan, quienes deciden en todo momento por nosotros.Tienen miedo a la libertad, tienen tanto miedo que por eso nos prohíben pensar y hablar.Así es el comunismo.
-[537] -¿Sabes, mámushka...? Soy un perdedor...Perdí la guerra de España y aquí he perdido el futuro que mis padres soñaban para mi.Ahora solo soy un número más.
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