Cinco cerditos - Agatha Christie
Cinco Cerditos: Agatha Christie
Sinopsis
Dieciséis años atrás, Caroline Crale fue condenada por asesinar a su esposo, el pintor Amyas Crale, éste estaba a punto de abandonarla por una mujer más joven. Tras morir en prisión, Caroline dejó una carta a su hija de cinco años, Carla, reafirmando su inocencia. Ahora Carla sabe que necesita la ayuda del mejor detective del mundo para volver al pasado y hallar al verdadero asesino. Hércules Poirot someterá a sus peculiares interrogatorios a cinco sospechosos: Elsa Greer, la última amante del difunto; Angela, la hermanastra de Caroline; la señorita Williams, la institutriz; y los hermanos Blake, uno de ellos agente de bolsa y el otro aficionado a la botánica. Cinco sólidas coartadas pero una de ellas es mentira. ¿Quién será el asesino?
Critica
Creo fielmente que somos pocos los que no nos deleitamos dentro de una noche oscura, “retrepados” en un sillón cómodo o incomodo, según su preferencia, en leer una novela detectivesca que puede o no destilar sangre, vísceras y otras tantas cosas que llama la atención aquel morbo humano, el cual acompañamos a punta de café, sino de vino tinto como lo haría cualquier chupatintas en un caso que nos hace dudar hasta de nuestra madre.
Agatha Christie, lo entendió en su momento, en pleno apogeo de aquellas novelas que llenaban las tiendas y en donde la psicología, materia divina para la época, tenía un florecimiento dorado que hace de ella, quizá una de las mentes maestras para explicar el asunto humano del crimen a través de un personaje que alcanza la fama, como lo sería Holmes – para el caso inglés- y para el francés, Poirot.
Cinco cerditos, a modo de estribillo infantil es la reconstrucción de un crimen que se pierde en el tiempo, pero que vive en cada uno de los personajes que moldea, con bastante gusto me atrevo a decir, y la cual nos guía dentro del laberinto de la mente humana, errática, pérfida u olvidadiza de aquellas personas que forman parte del elenco.
La obra se pinta en un primer momento de algo sencillo, para la entretención de una noche o para leer mientras estás en el tren de vuelta a casa, pero pronto los giros en un punto exacto de la novela, te hacen levantar a medianoche analizando el caso de cabo a rabo, intentando buscar en las pequeñas migajas que nos deja la autora sobre su final y haciendo del lector, una persona inquisitiva, y en algunos casos dudosa de la realidad ficcional del propio libro.
Los detalles, las palabras y su significado hacen del deleite para aquellos que degustan de las minucias o de los pormenores de la vida de los cinco implicados. Un hombre de negocios, un botánico frustrado, una mujerzuela, una mujer de aventuras y una institutriz feminista, todos reflejados a modo de panóptico que nos hace apuntar con el dedo a uno u otro para desentrañar el extraño caso Crale.
El final del libro es contundente -no lo digo para no hacer spoiler- pero te hace pensar en más de una ocasión en su cierre y la verdad que ocultan las últimas palabras de la acusada, pues la muerte se lleva más de una vida y hay más de un entierro en el libro, es decir huele mucho a cadaverina de una u otra forma que ni si quieras logras sospechar.
En mi concepto para quien como servidor, no ha leído la obra de Agatha y le ha llamado la atención los oros de la autora o bebe las aguas por ella, sin entender aún el por qué, este librito es una excursión bastante buena para empezar por su obra y obtener de la mente de su autora un pedazo de realidad, pura y cruda como un trozo de carne fresca.
Frases
- [10] -¿Sabe?, no empleo solamente los músculos -aseguró él con tranquilidad-. Y no necesito agacharme y medir huellas de pisadas, recoger colillas ni examinar las hojas de hierba aplastadas. Me basta con retreparme en mi asiento y pensar. Es esto...-se golpeó la ovalada cabeza -, esto es lo que funciona.
-[29] Quentin Fogg, fiscal de su majestad, era un tipo muy diferente a Montague Depleach. Este último tenía fuerza, magnetismo, una personalidad avasalladora con la que llegaba, incluso, a intimidar. Obtenía resultados mediante un cambio brusco y dramático de modales. Bien parecido, cortés, encantador un instante, luego, en una transformación casi mágica, labios retraídos, sonrisa de lobo, mueca de fiera sedienta de sangre.
-[35] Todo ella era medias tintas, ¿sabe? ...Luces y sombras. Y, no obstante, estaba más viva que la otra..., que aquella muchacha de cuerpo perfecto, rostro hermoso y cruda fuerza juvenil. Admiré a Elsa Greer porque tenía carácter; porque sabía luchar; porque hizo frente a los que la atormentaban y no vaciló ni una sola vez. Pero admiré a Caroline Crale porque no luchó; porque se recluyó, retirándose a su mundo de luces y sombras. Jamás fue derrotada porque jamás presentó batalla. -Hizo una pausa y, a continuación, añadió: -Sólo estoy seguro de una cosa: amaba al hombre al que mató. Lo amaba tanto que la mitad de ella murió con él...
-[37] No, se temía que no había dudas acerca de la culpabilidad de Mrs. Crale. Hasta cierto punto, su proceder podía excusarse. Esos artistas...eran gente difícil para convivir. En el caso de Crale, según tenía entendido, siempre había habido alguna mujer.
-[38] Ha pisado el tribunal de divorcios con frecuencia. Es una mujer muy adinerada, como supongo sabrá usted. Estuvo casada con ese explorador antes que con Dittisham. Siempre es una figura de actualidad en mayor o menor grado. La clase de mujer a la que le gusta la notoriedad, me imagino.
-[39] Sinceramente, no. Admiré a Mrs. Crale. Fuera lo que fuese, era una señora. No como la otra. Una cualquiera, ni más ni menos. ¡Más fresca que una lechuga! Eso es lo que ella era...¡y lo demostraba! Mrs. Crale, en cambio, era toda una dama.
-[40] Pero la mujer de Richard Crale tenía la cabeza llena de ideas hasta arriba..., más ideas que de sentido común. Era poética y musical...Tocaba arpa, ¿sabe? Gozaba de una salud delicada y tenía un aspecto muy peculiar en su sofá. Era admiradora de Kingsley. Por ello llamó a su hijo Amyas. El padre se burló del nombre, pero cedió.
-[47] -¡Una Julieta que era como un ave de presa! Joven, despiadada, pero terriblemente vulnerable, jugándoselo todo a una carta. Y, al parecer, ganó. Y luego, en el último instante, la muerte intervino...y la Elsa viva, ardiente, gozosa, murió también. Quedó sólo una persona dura, vengativa, fría, que odiaba con toda su alma a la mujer cuya mano había consumado el hecho.
-[48] Las Elsas de este mundo son adoradoras de héroes. Un hombre ha de haber hecho algo, ha de ser alguien en la vida...Caroline Crale podía haber visto cualidades en un empleado de banca o un agente de seguros. Caroline amaba a Crale, no al Crale pintor. Caroline Crale no era ordinaria. Elsa Greer sí lo era - y agregó-:Pero era joven y bella y, a mi modo de ver, infinitamente patética.
-[50] ¿Cómo era el tal Philip Blake? Se diría que un hombre sin la menor preocupación. Próspero, satisfecho. Sin arrepentimientos, sin remordimientos de conciencia por cosas hechas en el pasado, sin recuerdos que lo torturaban.No, un cerdo bien alimentado que había ido al mercado...y obtenido de él todo su valor.
-[75] Caroline era una sinvergüenza. Una sinvergüenza de tomo y lomo. No crea, tenía su encanto a pesar de todo. Poseía unos modales tan dulces que engañaban por completo a todos. Su aspecto frágil, indefenso, despertaba indulgencia en la gente. A veces, cuando leo algo de historia, creo que María Estuardo debió ser parecida a ella. Siempre dulce, desgraciada y magnética...pero, en el fondo, una mujer fría, calculadora.., una intrigante que preparó el asesinato de lord Darnley y salió airosa del trance. Caroline era así: una intrigante fría y calculadora. Y tenía mal genio.
-[84] Y ahora, allí estaba el hombre en persona. ¡El tipo más imposible del mundo, en verdad! Ropa pasada de moda, botas con botones, ¡un bigote increíble! No era de su clase ni mucho menos. No parecía haber cazado nunca ni haber practicado ningún deporte decente. Un extranjero.
-[91] Yo exclamé: "¡Al diablo con el cuadro!". Y él sonrió y repuso que ni todas las mujeres neuróticas de Inglaterra juntas bastarían para conseguir que su obra se fuera al diablo.
-[93] Sí..., se lo enseñé todo, les expliqué, las propiedades de las distintas drogas...Les hablé de la valeriana y de cómo atrae a los gatos...Se conformaron con olerla un instante y no quisieron saber más de ella. Luego me preguntaron acerca de la dulcamara y yo les hablé de la belladona y de la atropina. Dieron muestras de gran interés.
-[134] -¡Hombres!...-exclamó a continuación. Como un acaudalado propietario dice "¡Bolchevique!", como un comunista dice "¡Capitalista!", como una buena ama de casa dice "¡Cucaracha!", así dijo "¡Hombres!" miss Williams. De su vida de institutriz, de solterona, surgió una explosión de feroz feminismo. ¡Nadie que la oyera hablar podía dudar que para miss Williams los hombres fueran el enemigo!
-[151] Lo comprendo a la perfección...y me doy cuenta de cuánta razón tiene usted en lo que ha dicho. Hay gente para la que estar de acuerdo resulta aburrido. Requieren el estimulante de las disensiones para hacer dramática su vida.
-[167] Mientras pintaba, Amyas era un hombre distinto. Aunque gruñía, gemía, fruncía el entrecejo, mascullaba maldiciones [168] extravagantes y tiraba a veces los pinceles con rabia, en realidad, era intensamente feliz.
-[267] (...) Se fueron a un lugar donde yo no podía alcanzarlos. Pero no murieron. Fui yo quien murió.
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