Las 999 mujeres de Auschwitz - Heather Dune Macadam
Las 999 mujeres de Auschwitz | Heather Dune Macadam
Sinopsis
El 25 de marzo de 1942, cientos de jóvenes mujeres judías y solteras abandonaron sus hogares para subir a un tren. Estaban impecablemente vestidas y peinadas, y arrastraban sus maletas llenas de ropa tejida a mano y comida casera. La mayoría de estas mujeres y niñas nunca habían pasado ni una sola noche fuera de casa, pero se habían ofrecido voluntariamente para trabajar durante tres meses en época de guerra.¿Tres meses de trabajo? No podía ser algo tan malo. Ninguno de sus padres habría adivinado que el Gobierno acababa de vender a sus hijas a los nazis para trabajar como esclavas. Ninguno sabía que estaban destinadas a Auschwitz.
Los libros de historia han podido pasar por alto este hecho, pero lo cierto es que el primer grupo de judíos deportados a Auschwitz para trabajar como esclavos no incluía combatientes de la resistencia, ni prisioneros de guerra, no. No había ni un solo hombre prisionero en esos vagones de ganado. Era un tren de 999 mujeres, vendido a la Alemania nazi por una dote de 500 marcos alemanes, el equivalente a 200 euros.
Estas 999 mujeres jóvenes fueron consideradas indignas e insignificantes, no olo porque eran judías, sino también porque eran mujeres. Estas chicas eran peones en un gran plan de destrucción humana, pero frustraron ese plan al sobrevivir y dejar su testimonio a sus familiares.
Este libro da voz a esas mujeres y niñas que la historia olvidó.
Crítica
En la historia hay hechos que pasan desapercibidos al ojo humano al revisar el periódico, a los susurros de los cotilleos, y a las mismas páginas de la historia, algunos por una omisión inocente, otros deliberadamente para ocultar penas, el desasosiego, la vergüenza, y la abulia de una población o en este caso país. Las 999 mujeres de Auschwitz es una mezcla de todo lo anterior.
Heather Dune Macadam nos trae un libro que a quienes han escudriñado las estanterías de las librerías en busca de material sobre la Segunda Guerra Mundial, es un grito desesperado para recordar el dolor de la mujer en esos ciclos aciagos de la existencia humana, y es que a través de 432 páginas nos marca a fuego lento la vida de aquellas chicas que llegaron por diversas circunstancias a hacer parte de la población de Auschwitz-Birkenau.
Empecemos pues a decir que es un estudio concienzudo de horas y horas de archivo, reportería y recopilación gramo a gramo de información dispersa en el tiempo donde la autora logra convertir horas de recopilación de información en un libro que se convierte en un fragmento bastante bien logrado de multiples memorias que piden ser recordadas, y las cuales el lector pronto se verá envuelto en las historias de Adela, Anna, Lea, Margie, Linda, Helena, Edith, Nusi, entre otras voces de las chicas del primer transporte, quienes nos abren las puertas de sus hogares antes y después de su padecimiento en los campos de concentración.
La manera magistral de la narración nos trae las voces de aquellas que no sobrevivieron y nos narran de manera descarnada cómo en un abrir y cerrar de ojos la vida cambia para aquellas chicas, muchas de ellas en edad escolar, cuando el gobierno eslovaco por medio de ardides como el "trabajo patrio" envió el primer contingente de niñas y adolescentes a un lugar de no retorno.
Hay que aclarar que las historias narradas por Dune se basan en una lista que aún se conserva y que quizá se haya elaborado en el campo de transición de Propad, y es a esta lista a la que la autora se referirá constantemente, así como también a los testimonios para narrar aquellos episodios que para los débiles de estomago resulten francamente chocantes o díficiles de digerir, pero se debe recordar que nada bonito o aséptico se puede encontrar en los libros sobre esta temática, recalcó, se debe tener cierta conciencia para no caer en el error de pintar de rosas lo que en realidad fue uno de los episodios más oscuros de la humanidad.
Los diferentes puntos de vista de cada chica son impresionantes porque nos permite, a nosotros los lectores, recorrer distintas aristas de las historias que se desarrollaban en el campo de concentración antes de convertirse en ese lugar conservado actualmente como museo, mucho antes de la forja del letrero e incluso de los barrancones. Nos relata la historia de cómo por medio del trabajo esclavo de internos e internas se construyeron las estructuras del campo nazi; sin embargo no puedo dejar pasar el hecho de que en ningun momento el sufrimiento de los internos se puede equiparar con el sufrimiento de los africanos que fueron desarraigados de sus tierras que empezó en el siglo XVI y se intensificó con el descubrimiento de las americas, son dos cosas bastante distintas.
Dejando el anterior punto enunciado cabe hacer un paréntesis y destacar la recuperación de la historia, no solo de las chicas, sino también de aquellos implicados en enviarlas a los campos de exterminio como es el caso de Konka o del mismo presidente Josef Tiso, e incluso Eichmann con su misticismo y la elección del número mágico 999, así como la clara acusación a la iglesia ante el papel del vaticano en el caso judío.
Ahora en cuanto otros hechos dentro del libro hay un punto en el cual me gustaría detenerme porque hay un pasaje que se ha repetido en varios textos y testimonios que hemos leído en libros como "En nuestros corazones eramos gigantes" por mencionar alguno, y es la insalubridad del campo, especialmente la rotación de barrancones donde las "limpiezas" significaban enviar a sus ocupantes a las cámaras de gas. Me detengo en este punto porque es un hecho que puede pasar desapercibido pero es claramente un momento culmen que los sobrevivientes tienen grabados en su retina, especialmente el grupo de judíos que enfermos de tifus y debido al sobrepoblamiento son enviados a las cámaras de gas.
La riqueza de este libro es basta y permite ampliar la investigación histórica sobre la Segunda Guerra Mundial, el papel de las mujeres y también reivindicar el dolor que el tiempo aún no ha cerrado en familias enteras, es por ello que recomiendo encarecidamente este libro de Heather Dune Macadam, una investigación que abre puertas a futuros investigadores.
Apartes
- (13) Macadam ha partido de las listas aportadas por Yad Vashem en Israel, los testimonios del archivo visual de la Fundación Shoa y los Archivos Nacionales de Eslovaquia; ha buscado a las pocas que todavía viven y también ha hablado con sus parientes y descendientes para recrear en su investigación no solo el transfondo de estas mujeres del primer convoy, sino sus vidas-y sus muertes- cotidianas durante los años que pasaron en Auschwitz. Su tarea se ha complicado, y sus descubrimientos se han vuelto más impresionantes, por la pérdida de registros, por la abundancia de nombres y apodos, que además adoptaban grafías muy diferentes, y por la cantidad de tiempo que ha transcurrido desde la Segunda Guerra Mundial.
- (14) Eslovaquia fue el primer estado satélite que se convirtió en un país deportador. Después de formar parte del reino de Hungría durante mil años y haberse integrado en Checoslovaquía desde finales de la Primera Guerra Mundial, consiguió la independencia en 1939 con la protección de Alemania, a quien cedía (15) gran parte de su autonomía a cambio de asistencia económica Josef Tiso, un sacerdote católico, se hizo presidente, prohibió los partidos opositores, impulso la censura, fundó una guardia nacionalista y avivó el antisemitismo, que había ido creciendo por la llegada de oleadas de refugiados judíos que huían de Austria después del Anschluss. Un censo de la época determinó que el número de judíos era de 89.000 personas, es decir el 3,4 por ciento de la población.
-(23) Uno de los que he utilizado para conseguir esto es la licencia dramática. Cuando aparezca diálogos entre comillas, estoy utilizando citas directas de las entrevistas con las supervivientes o testimonios de conversaciones reales. En otros casos, para ilustrar con más detalle o para completar algunas escenas, he utilizado rayas para marcar los diálogos que he creado solo hago esto cuando un testimonio se mencionan las conversaciones o explicaciones pero no se presentan con detalle.
-(34) En lo referente a medidas draconianas contra los judíos, el gobierno eslovaco pareció intentar superar a los alemanes. Jóvenes matones que se habían unido a los fascistas eslovacos de derechos llamados la Guardia Hlinka intimidaban y pegaban a jóvenes judíos y a hombres que llevaban los obligatorios brazaletes con las estrellas amarillas. Tumbaban o destrozaban lápidas, y las tiendas judías amanecían pintadas con eslóganes antisemitas. En las ciudades más grandes retumbaban escalofriantes canciones nacionalistas al rítmico son del lanzamiento de piedras y de los cristales rotos.
-(43) Humenné había sido una ciudad comercial de importancia en la ruta entre los reinos de Polonía y Hungría y había ganado peso cultural en las artes: se la conocía por su artesanía, sus ferias y su mercado. Había leones esculpidos en mármol que se erigían sobre las tejas de piedra, coronando la verja de hierro forjado de una casa al final de la plaza, aunque "plaza" no sea la palabra adecuada para designar la avenida larga y rectangular que configuraba el centro de la ciudad. La Calle Mayor estaba sin pavimentar; se utilizaban rodillos de troncos de árboles con cadenas tirados por caballos para aplastar la tierra y la gravilla. Aquella plaza, que a un lado tenía árboles jóvenes y al otro las tiendas de la ciudad, era el lugar de reunión de judíos y gentiles. Humenné era una ciudad con un solo coche y un solo taxista.
-(56) Aunque cambiar la ley era un obstáculo, las objecciones del vaticano contra las deportaciones de judíos resultaban más problemáticas. Para disgusto tanto del Gobierno esclovaco como del alemán, el plan de enviar judíos a campos de trabajo se había filtrado en noviembe de 1941. En respuesta directa, el papa Pío XII inmediatamente envió al emisario Luigi Maglione a una reunión con los ministros eslovacos para entregar un mensaje de la Santa Sede que sostenía que los ciudadanos judíos de Eslovaquía no deberían ser enviados a campos de trabajo porque "no es cristiano".
-(57) El Vaticano se oponía a los planes del Gobierno e insistió en que se incluyeran excepciones para los judíos que se convirtieran y fueran bautizados. Los que hicieran trabajo importante para el Estado de Eslovaquia, como fabricantes de bienes, granjeros y mercaderes, podrían estar exentos de la "reubicación". Aquello que llamaban caridad cristiana no incluía a los judíos.
-(64) Para contrarrestar la presión del Vaticano, Eichmann envió a Bratislava a su mano derecha, un miembro de la SS algo regordete llamado Dieter Wisliceny, su "especialista y consejero en asuntos judíos", para asegurarse de que el primer transporte de judíos "oficial" funcionara sin problemas. Wislinceny consultó a Konka sobre los asuntos más díficiles de la puesta en marcha de las deportaciones (65) de las primeras mil chicas, pero Konka estaba seguro de que su "exagerado" plan de llevarse a cinco mil mujeres en cinco días íba a ser posible.
-(65) Cuando Alemania se anexionó Eslovaquia, se convocaron consejos judíos, en principio para defender a sus comunidades. Pero en realidad estos consejos no tuvieron ningún poder ni responsabilidad, aparte del acopio de información sobre la población judía local. Esos censos parecían papeleo y burocracia inofensivos, pero los datos se recogían por razones mucho más reprobables, y con el tiempo permitiría que la Guardia Hlinka se movilizara contra los judíos eslovacos. Era el pirateo informático de la década de 1940. Las listas regionales estaban por orden alfabético e incluían fechas de nacimiento y direcciones.
-(80) En el interior, las hermanas Friedman seguían desnudas junto a jóvenes que conocían de toda la vida. Algunas eran amigas de Lea, otras de Edith. Todas se conocían del mercado, de la sinagoga y de chapotear en el río en los días de calor. También había otro centanar de mujeres a quienes no conocían bien y que habían venido de la región. Bajo la lasciva mirada de los hombres, las chicas compartieron una amistad nueva y sin palabras. Sus rostros pálidos e inquietos se reflejaban entre sí. La clase ya no las dividía. El miedo las hizo iguales.
-(82) Estar rodeadas de la Guardia Hlinka, con sus caras serias, los uniformes negros y las armas, hizo que las más jóvenes empezaran a llorar. Los guardias empujaban a madres que intentaban abrirse paso para abrazar a sus hijas. Edith buscó con frenesí a sus padres en la creciente turbamulta. Los vio. Lloró aún más. Las voces nerviosas gritaban sus nombres. Los hermanos llamaban a las hermanas. Madres y padres. Tías y tíos. Primos, abuelos, amigos. Los nombres ascendiron por el aire frío y se mezclaron con oraciones ¿Cuántas jóvenes había? Más de doscientas ¿Cuántas lágrimas? Más de las que se se puede contar.
-(91) Esas mujeres religiosas y temerosas de Dios estaban ante los miembros de la Guardia Hlinka y pronunciaron sus nombres y su edad para que quedaran registradas: Eta Galatin, cuarenta años; Margarita Gluck, cuarenta y cinco años; Lenka Neumann, cuarenta y dos; Fanny, Paula, Ilona, Rezi...Con cuarenta y ocho años, Etela Jager era la mayor y estaba completamente sola; era la única del transporte con ese apellido y venía de un pueblo que ni siquiera aparece en los mapas ¿Qué hacía allí? Quizá fuera en lugar de su nieta.
¿Estaban resistiendo contra el servicio gubernamental o iban en acto de solidaridad con sus hijas? No hay forma de saberlo. Su valor silencioso apela al alma de las mujeres, lo cual es una proeza que no ha tenido ningún reconocimiento. Ninguna de estas mujeres sobrevivió.
-(103) Quizá la compilaron a partir de las listas de Presov, Barjov y Humenné, y la escribieron manualmente en Stropkov. No lo sabemos con seguridad. Pero la lista es un documento de vital importancia, pues sin él no sabríamos los nombres de las integrantes del primer transporte y sin duda habrían desaperecido de la historia para siempre. No se sabe si pasaron ante una mesa para dar sus nombres en Propad o si se compiló a partir de otras listas de los registros de las ciudades de origen; lo que sí sabemos es que el documento de veinticuatro páginas se escribió a máquina el 24 de marzo de 1942. Tuvo que escribirse después de la llegada del último grupo de chicas, que incluía a Magduska, Nusi Hartmann y Linda Reich.
-(119) Como africanos amontonados en la bodega de barcos comerciales rumbo a las Américas, nuestras jóvenes eran parte de un creciente mercado esclavista. Los principales países de Europa habían prohibido la posesión de seres humanos y habían erradicado el comercio transatlántico de esclavos a principios del siglo XIX. Pero más de cien años después, Alemania estaba desobedeciendo sus propias leyes antiesclavistas y violando los derechos humanos de aquellas jóvenes. Por supuesto, al igual que a los africanos, a los judíos se les trataba como seres por debajo de los humanos, por lo que ni se planteaban prestarles ningún tipo de consideración humanitaria. Al final de la guerra, solo en Auschwitz, el diabólico comercio de esclavos había generado un beneficio de unos 60 millones de marcos alemanes (el equivalente a 110 millones de euros actuales) para la economía germana. No obstante, al carecer de valor intrínseco, nadie se preocupaba por comprar o vender a aquellos prisioneros.
-(127) En Eslovaquia, las chicas mantienen su lugar en el primer transporte a Auschwitz. Los propios historiadores de Auschwitz hablan de su llegada como el "primer transporte judío masivo documentado". En 1942, la sección IV B4-la Oficina de Evacuación de Judíos- Las identificó como el primer transporte judío "oficial" de la Solución Final de Eichmann. Sin duda, así es como se debería recordar a las chicas.
-(137) Esto fue algo generalizado en todas las chicas. Para que una mujer mentrúe, hace falta cierta cantidad de grasa corporal, y con una dieta de menos de mil calorías al día, no queda grasa que mantenga el cuerpo femenino. Y hay que añadir una dosis preventiva de té con sedante por las mañanas para que las presas fueran más maleables y estuvieran más confusas. "Te sentías como una zombi. Nos daban bromuro para que no nos funcionara el cerebro. No teníamos que pensar", cuenta Eddie (#1949). El bromuro de potasio también ayuda a contener el deseo sexual e inhibir la menstruación.
-(137) El bloque 10 era un edificio de ladrillos de dos plantas que lindaba con un patio en el que había un muro de ladrillo a un lado. Al otro lado del muro estaba el bloque 11, denominado por los prisioneros varones el bloque smierci, es decir, el bloque de la muerte.
-(140) Históricamente, las prisioneras de Ravensbrück tienen malísima reputación, pero Rozena cuenta que "entre ellas había mujeres maravillosas". Annie Binder era una. Otras dos kapos, una de ellas una prostituta llamada Emma, la otra una comunista llamada Orli Reichert, que acabaría recibiendo el mote de "el ángel de Auschwitz", aparecen en muchos testimonios y se le atribuye haber salvado muchas, muchas vidas.
-(147) Aunque la experiencia de que las tatuaran era realmente deshumanizadora, tener un tatuaje tenía más significado del que podía imaginar cualquier prisionero al llegar. Significaba una cadena perpetua. La vida sería efímera, pero seguía siendo vida. Si la esclavitud se puede llamar vida.
-(148) No sabemos casi nada de las muertes de mujeres antes de agosto de 1942, excepto por lo que ha contado testigos y supervivientes y aunque las muertes de varones se calculaban a diario y se sumaban a final de cada mes, las muertes de las mujeres ni se apuntaban ni se calculaban, al menos en la documentación que ha sobrevivido a la guerra. Entre marzo y julio de 1942, sabemos con precisión la población masculina y cuántos murieron cada mes. En cuanto a las mujeres, solo disponemos de los números de las registradas en el campo y de la certeza de las supervivientes, que cuentan que, se tomara nota o no, sin duda las mujeres estaban muriendo.
-(158) Este fenómeno parece una coincidencia, pero, con cada descubrimiento científico sobre el cerebro y el ADN, cabe preguntarse si algún día se llegará a explicar esta conexión invisible y consciente. Tomemos por ejemplo la planta de bambú. El bambú casi nunca florece, quizá una vez cada sesenta o cien años, pero cuando una planta progenitora florece, sus hijas -da igual en qué parte del mundo estén-florecen también. Quizá la intuición de una madre sea como el bambú. Da igual dónde estés, siempre estará conectada contigo.
-(172) ¿Podemos culparlas? ¿Qué habríamos hecho en su lugar? Si tu prima está muriéndose de hambre, ¿Cómo vas a preocuparte por desconocidas? Incluso con un trozo de más, todo el mundo pasaba hambre. "Ningún judío llegó a llenarse la tripa en Auschwitz -dice Edith- Hasta que no pasas hambre, no sabes lo que eres capaz de hacerle a otro ser humano."
-(208) El Leichenkommando era el peor "trabajo decente" de las tareas que requerían esfuerzo manual. De haber podido acceder a las tareas de lavandería, de costura, de correspondencia o de labranza, lo habrían intentado. Cuidar de animales de granja habría sido más fácil para su mente y su cuerpo, pero las pruebas para acceder a la tarea agrícola eran brutales y potencialmente mortales.
-(209) A las operarias sin especialización y a las mujeres sin habilidades particulares, el trabajo que les salvaba la vida era la tarea de clasificación. Las prisioneras llamaban a esta tarea pañuelos rojos o blancos. Según llegaban transportes de toda Europa, más objetos había que clasificar, y cada vez hacían falta más trabajadoras. Había que conseguir un trabajo allí. El "uniforme" que usaban eran pañuelos en la cabeza, tanto rojos como blancos. Solo se podían conseguir robándolos o intercambiándolos por el pan.
-(210) Los mejores trabajos del campo requerían habilidades más cualficadas que las "operarias". Las "funcionarias" sabían mecanografía, taquigrafía, eran multilingües o tenían buena letra. Las chicas de granja y la mayoría de las adolescentes carecían de estas habilidades. Muchas de las judías eslovacas más experimentadas tenían destreza para los puestos del equipo de secretariado y, puesto que llevaban más tiempo en el campo, habían conseguido pronto mucho de estos puestos. Ser mayor y haber acabado la enseñanza secundaria tenía sus ventajas, pero a las adolescentes, como Edith, Adela, Magda Amster, Nusi y Magduska Hartmann, les habían robado esa oportunidad.
-(256) Perder una hermana era como perder un miembro o un órgano vital. Las hermanas no solo ofrecían apoyo físico, sino un lazo espiritual, una conexión anímica. Pueso que venían de la misma raíz, las hermanas florecían por el mismo tallo. No podías sobrevivir el vórtice de Auschwitz sin alguien que te proporcionara un ancla espiritual.
-(264) El caso era que Helena se había enamorado de aquel joven de la SS, y él también se había enamorado de ella. Él llevaría la foto de Helena en la cartera hasta el día de su muerte. Pero es innegable que era una relación definida por la posición de poder que él gozaba. Ella no podía elegir nada. No si quería sobrevivir.
Comentarios
Publicar un comentario