El Señor de los Anillos: la comunidad del anillo - J. R. R. Tolkien
El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo I J.R.R. Tolkien
Sinopsis
Crítica
El Señor de los Anillos se ha convertido en un clásico de la literatura universal, son pocas las personas que desconocen el mundo fantástico creado por John Ronald Reul Tolkien. Un mundo que nos ha permitido conocer un poco más de esa inmenso mar que es la literatura anglosajona con su riqueza inconmensurable en el ámbito mágico.
Una de las primeras cosas que hay que advertir es la importancia del lenguaje en la narración, todo tienen un orden como un pequeño engranaje, y es debido a esto que el Señor de los Anillos es uno de los pocos libros donde las palabras, las cosas y el tiempo juegan como la base para dar forma a un gran caldero de conocimiento, en el cual se vuelcan las diferentes tradiciones anglosajonas, francas, danesas para dar forma a un nuevo universo mitológico donde elfos, humanos, enanos y orcos entran en una lucha por el poder.
La Comunidad del Anillo al igual que sus continuaciones tienen una particularidad y son sus múltiples poemas, canciones y un gusto por la descripción geográfica que la hacen bastante rica, si eres de los que pueden pasarse horas revisando los mapas que anexan los libros, pues te permiten ubicarte y al mismo tiempo entender el juego geopolítico de las diferentes regiones, y explicar quizá el gusto de algunos por algunos alimentos, por ejemplo el de los Hobbits por las setas y el habito de fumar.
El desarrollo de los personajes es bastante llamativo y van evolucionando a medida que la historia va avanzando, pero tenemos en cambio otros, por ejemplo la dama Galadriel o el mismo Elrond, que se encuentran finamente bocetados para cumplir con sus misión y ya esta, su historia se desenvuelve en otra narración - El Silmarillon y los hijos de Hurin- sin embargo, nos logra despertar una curiosidad por ahondar sobre la Tierra Media.
Algo personal, y para mi perspectiva llamativa, son las diferentes dificultades a los que se encuentra la comunidad del anillo una vez creada, los fríos glaciales, las peligrosas minas de Moria y las perdidas y sufrimientos de cada uno que hace que te sientas un miembro más, un caminante que acompaña a Frodo a cargar con su difícil paquete hasta llegar a destino, aunque en este primer tomo hay elementos más de alegría y un poco de tristeza pincelados que luego van a ser suplidos más adelante en una vorágine de guerra, poder y por último liberación, pero esto dejémoslo para cuando hagamos la reseña de los otros dos libros.
El Señor de los Anillos es un libro que desde mi perspectiva nos permite ahondar un poco más en lo humano, y no es una lectura fácil, ni mucho menos con sus 548 y sus diferentes idiomas, el orco, el élfico, y el enano, amén del lenguaje propio de los hobbits que es la lengua común no es para cualquier inexperto, pero si para quien disfruta de darle una lectura diferente cada vez que lo lees, y es en parte el por qué muchos vuelven a la relectura de un texto que mi parecer le ha dado mucho a la humanidad y un brillo de paz y remanso en estos tiempos aciagos, que sea dicho de paso, nos permite ver más allá de un Monte del Destino.
Apartes
- El camino sigue y sigue desde la puerta. El camino ha ido muy lejos, y si es posible he de seguirlo recorriéndolo con pie fatigado hasta llegar a un camino más ancho donde se encuentran senderos y cursos. ¿Y de ahí adónde iré? No podría decirlo. (Pág. 103)
- A lo lejos, alta en oriente, parpadeaba Remirath, la red de estrellas, y lento entre la niebla asomó el rojo Borgil, brillando como una joya de fuego. Luego algún movimiento del aire descorrió el velo de bruma y trepando sobre las crestas del mundo apareció la Espada del Cielo, Menelvagor, y su brillante cinturón. (Pág. 114)
- Frodo aceptó agradecido la invitación, para alivio de Pippin y Sam. El sol se había escondido ya tras las colinas del oeste, y la luz declinaba. Aparecieron dos de los hijos de Maggot y las tres hijas, y sirvieron una cena generosa en la mesa grande. La cocina fue iluminada con velas y reavivaron el fuego. La señora Maggot iba y venía. En seguida entraron uno o dos hobbits del personal de la granja; poco después eran catorce a la mesa. Había cerveza en abundancia y una fuente de setas y tocino, además de otras muchas otras suculentas viandas caseras.Los perros estaban sentados junto al fuego royendo cortezas y triturando huesos. (Pág. 131)
- Buenas noches a todos- dijo el granjero Maggot.- Ha sido un extraño día, y no me equivoco. Pero todo está bien cuando termina bien. (Pág. 133)
- ¡Oh, el baño a la caída de la tarde, que quita el barro del cansancio! Tonto es aquel que ahora no canta. ¡Oh, el agua caliente, qué bendición! Oh, dulce es el sonido de la lluvia que cae y del barro que baja de la colina al valle, pero mejor es el agua caliente humeando en la tina. Oh, el agua fresca, échala si quieres en una garganta abrasada y complácete, pero mejor es la cerveza si hay ganas de beber, y el agua caliente que corre por la espalda. ¡Oh, es hermosa el agua que salta hacia arriba en un afluente blanca bajo el cielo, pero no ha habido nunca un sonido más dulce que mis pies chapoteando en el agua caliente! (Pág. 139)
- Los hobbits tienen pasión por las setas, una pasión que sobrepasa los gustos más voraces de la Gente Grande. Hecho que explica en parte las largas expediciones del joven Frodo a los renombrados campos de Marjala y la ira del perjudicado Maggot. (Pág. 140)
- Adiós les decimos al hogar y a la sala. Aunque sople el viento y caiga la lluvia hemos de partir antes que amanezca, lejos, por el bosque y las montañas altas. Rivendel donde los Elfos habitan aún, en claros al pie de las nieblas del monte, cruzando por páramos y eriales iremos de prisa y de allí no sabemos a dónde. Delante el Enemigo y detrás el terror, dormiremos bajo el dosel del cielo, hasta que al fin se acaben las penurias, el viaje termine, y la misión concluya. ¡Hay que partir, hay que partir! ¡Saldremos a caballo antes que amanezca! (Pág. 146)
- Que se le enfríen las manos, el corazón y los huesos, que se enfríe el sueño bajo la piedra: que no despiertes nunca en el lecho de piedra, hasta que el sol se apague y la luna se muera. En el oscuro viento morirán las estrellas, y que en el oro todavía descanses hasta que el señor oscuro alce la mano sobre el océano muerto y las tierras resecas. (Pág. 192)
- Lamento tener que dejar al señor Bombadil- dijo Sam-. Curioso ejemplar, y no me equivoco. Digo que andaremos mucho todavía y no encontraremos nada mejor, ni más raro. (Pág.202)
- No es oro todo lo que reluce, no toda la gente errante anda perdida; a las raíces profundas no llega la escarcha; el viejo vigoroso no se marchita. De las cenizas subirá un fuego, y una luz asomará en las sombras; el descoronado será de nuevo rey, forjarán otra vez la espada rota. (Pág. 231)
- Gandalf era de menor estatura que los otros dos, pero la larga melena blanca, la abundante barba gris, y los anchos hombros, le daban el aspecto de un rey sabio, salido de antiguas leyendas. En la cara trabajada por los años, bajo las espesas cejas nevadas, los ojos oscuros eran como carbones encastrados que de súbito podían encenderse y arder. (Pág. 305)
- Si Gondor, Boromir, ha sido una firme fortaleza, nosotros hemos cumplido otra tarea. Muchas maldades hay más poderosas que vuestros muros y vuestras brillantes espadas. Conocéis poco de las tierras que se extiende más allá de vuestras fronteras. ¿Paz y libertad, dijiste? El Norte no la hubiera conocido mucho sin nosotros. El temor hubiese dominado pronto toda la región. Pero cuando unas criaturas sombrías vienen de las lomas deshabitadas, o salen arrastrándose de unos bosques que no conocen el sol, huyen de nosotros. ¿Qué caminos se atrevería alguien a transitar, qué seguridad habría en las tierras tranquilas, o en las casas de los simples mortales por la noche, si los Dúnedain se quedasen dormidos, o hubiesen bajado todos a la tumba? (Pág. 335)
- La espada de Elendil fue forjada de nuevo por herreros élficos, que grabaron sobre la hoja el dibujo de siete estrellas, entre la Luna y el Sol radiante, y alrededor trazaron muchas runas; pues Aragorn hijo de Arathorn iba a la guerra en las fronteras de Mordor. (Pág. 373)
- Aragorn se había sentado en el suelo y apoyaba la cabeza en las rodillas; sólo Elrond entendía de veras que significaba esa hora para él. (Pág. 378)
- Demasiado calor, no me sorprendería- le murmuró Sam a Frodo-. Pero comienzo a pensar que es tiempo de echarle un vistazo a esa Montaña de Fuego, y ver el fin del camino por así decir. Yo creía al principio que este Cuerno Rojo, o como se llame, sería la Montaña, hasta que Gimli nos habló. Qué hermoso lenguaje éste de los Enanos, ¡para romperle a uno las mandíbulas! (Pág. 385)
- Tomando un leño lo alzo un momento y luego junto con una orden, naur and edraith ammen!, le hundió en el medio la punta de su vara. Inmediatamente brotó una llama verde y azul, y la madera ardió chisporroteando. (Pág. 392)
- El corazón se me ha caído a los pies, señor Pippin - dijo Sam-. Pero todavía no nos ha devorado y tenemos aquí alguna gente fuerte. No sé qué le estará reservado al viejo Gandalf pero apostaría que no es la barriga de un lobo. (Pág. 401)
- (…) No se extraviará, si es posible encontrar un camino. Nos ha conducido aquí contra nuestros propios deseos, pero nos llevará de vuelta afuera, cueste lo que cueste. Estoy seguro de que en una noche cerrada encontraría el camino de vuelta más fácilmente que los gatos de la reina Berúthiel. (Pág. 419)
- Las ramas del mallorn eran casi horizontales al principio, y luego se curvaban hacia arriba; pero cerca de la copa del tronco se dividía en una corona de ramas, y vieron que entre esas ramas los Elfos habían construido una plataforma de madera, o flet como se la llamaba en esos tiempos ; los Elfos la llamaban talan. (Pág. 460)
- Cuando la tarde era gris en la Comarca se oían sus pasos en la colina; y se iba antes del alba en silencio a sitios remotos. De las Tierras Ásperas a la costa del este, del desierto del norte a las lomas del sur, por antro de dragones y puertas ocultas y bosques oscuros iba a su antojo. Con Enanos y Hobbits, con Elfos y con Hombres, con gentes morales e inmortales, con pájaros en árboles y bestias en madrigueras, en lenguas secretas hablaba. Una espada mortal, una mano benigna, una espalda que la carga doblaba; una voz de trompeta, una antorcha encendida, un peregrino fatigado. Señor de la sabiduría entronizado, de cólera viva, y de rápida risa; un viejo de gastado sombrero que se apoya en una vara espinosa. Estuvo solo sobre el puente desafiando el Fuego y a la Sombra; la vara se le quebró e la piedra, y su sabiduría murió en Khazad-dum. (Pág. 483)
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